La joven campesina y el león del cerro



Había una vez, en un tranquilo cerro de la provincia de Mendoza, una joven campesina llamada Lía. Ella vivía en una pequeña cabaña rodeada de hermosos paisajes y abundantes cultivos. A Lía le encantaba cuidar de su huerto, donde crecían zapallos grandes y amarillos.

Una mañana, mientras Lía cocinaba una deliciosa comida a base de zapallos sobre un fogón humeante, un león hambriento se acercó sigilosamente.

"¡Hola!" - dijo Lía, mientras revolvía el contenido de la olla. "¿Quién eres?"

El león, sorprendido por la amabilidad de Lía, se paró en seco.

"Soy Leo, el rey de la selva. He venido a buscar algo de comida y huelen muy bien tus zapallos" - respondió con un rugido suave.

Lía, viéndolo grande y temible, decidió que lo mejor era ser valiente y hablarle con franqueza.

"Entiendo que tengas hambre, pero... no creo que los zapallos te llenen" - dijo Lía. "Además, tengo carne deshidratada colgada en la cuerda, ¿por qué no la pruebas?"

Leo movió su cola, intrigado.

"¿Carne deshidratada? ¿Eso es comestible para un león?" - preguntó, con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

"¡Claro! Es muy sabrosa y fácil de llevar. Yo la hago cuando tengo mucho trabajo en el campo. Cuesta un poco, pero vale la pena" - explicó Lía.

Leo, dispuesto a aprender, se acercó poco a poco.

"Si me enseñas a hacer eso, prometo no comerte" - dijo el león con una sonrisa.

Lía, sorprendida, aceptó el trato. Así que comenzaron a cocinar juntos, mientras el olor del zapallo llenaba el aire. Lía le mostró a Leo cómo deshidratar la carne y prepararla. Juntos, reían y compartían historias sobre la vida en el cerro.

"¡Nunca pensé que podría hacer amigos en un lugar como este!" - exclamó Leo, mostrándose más amistoso.

"Y yo nunca pensé que un león pudiera ser tan agradable. Tal vez la amistad es el mejor alimento" - sonrió Lía.

Pasaron el día cocinando, y al caer la tarde, cuando el sol se escondía detrás de las montañas, su comida estuvo lista. Ambos compartieron un banquete de zapallos asados y carne deshidratada.

Leo se sintió muy satisfecho y, antes de irse, le dijo a Lía:

"Gracias por todo, Lía. ¡Eres realmente especial! Prometo que siempre seré tu amigo y nunca te haré daño".

Lía sonrió, sintiendo que había hecho algo grande al convertir a su enemigo en un amigo.

Desde ese día, Lía y Leo se encontraron a menudo en el cerro. Juntos aprendieron muchas cosas sobre el cultivo, la naturaleza y la importancia de la amistad. Y aunque los zapallos seguían siendo la especialidad de Lía, el león le enseñó a protegerse en el bosque y a valorar la compañía de quienes nos rodean.

Y así, en aquel cerro donde un día hubo temor, ahora reinaba la risa y la alegría de una amistad inesperada, donde incluso un león podía convertirse en el mejor amigo de una joven campesina.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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