La Jungla Encantadora y la Ardilla Valiente
En un rincón lejano del mundo, había una jungla encantadora llamada Selva Alegre, llena de árboles altos, flores de colores vibrantes y un sinfín de animales que vivían en armonía. Entre ellos, había una ardilla llamada Lila, conocida por su audacia y su pelaje suave y gris. Lila siempre soñaba con explorar más allá de los límites de la selva, un lugar que había escuchado nombrar: la Montaña Brillante.
Un día, mientras Lila jugaba con sus amigos, un loro llamado Paco voló y se posó en una rama cercana.
"Lila, Lila, ¡escuchaste las historias de la Montaña Brillante?" - preguntó Paco emocionado.
"Sí, pero dicen que está llena de peligros y misterios" - respondió Lila.
"¡Pero sería una gran aventura! Podríamos encontrar nuevos amigos y aprender cosas nuevas" - insistió el loro.
Lila, que siempre había sentido una chispa de valentía en su interior, decidió unirse a la aventura. Al día siguiente, Lila y Paco se despidieron de sus amigos y comenzaron su viaje hacia la Montaña Brillante. Sin embargo, a medida que se alejaban de la selva, se dieron cuenta de que el camino estaba lleno de retos.
Primero, tuvieron que cruzar un río caudaloso. Atónitos, se pararon frente a las aguas turbulentas.
"No sé si podemos cruzarlo, Paco" - dijo Lila, algo angustiada.
"Podemos hacerlo. Solo necesitamos ser ingeniosos. ¿Ves esa rama flotando?" - contestó Paco, señalando un tronco.
Utilizando su astucia, Lila y Paco empujaron la rama a través del agua y, con mucho esfuerzo, lograron cruzar el río.
Más adelante, se encontraron con un oscuro y denso bosque, donde los rayos del sol apenas podían penetrar las copas de los árboles. Lila temía un poco, pero Paco la animó.
"No puedes dejar que el miedo te detenga, Lila. ¡Mira cómo brillan esas flores!" - dijo, señalando unas flores luminosas en la penumbra.
Con pasos firmes, siguieron adelante, recogiendo flores que brillaban en la oscuridad, hasta que finalmente llegaron a una gran cueva.
"Me parece que aquí vive un dragón" - susurró Lila, estremeciéndose.
"No hay forma de saberlo sin intentarlo. Vamos a ver" - respondió el loro, lleno de curiosidad.
Al entrar a la cueva, se encontraron con un dragón de escamas brillantes. Pero, en lugar de asustarse, Lila y Paco descubrieron que el dragón era un anciano llamado Drago, que estaba solo y deseaba compañía.
"¡Hola, pequeños aventureros!" - comenzó Drago amistosamente. "He estado esperando a alguien que quiera aprender sobre la montaña y compartir historias".
Lila, sorprendida, le preguntó:
"¿Tú no eres un dragón feroz?"
"No, solo soy un guardián de la montaña. A veces, el miedo nos evita conocer a otros. Pero la amistad puede surgir en los lugares más inesperados".
Pasaron horas hablando y aprendiendo del dragón, quien les mostró un mapa antiguo de la montaña lleno de sorpresas. Con su nueva amistad, Lila y Paco se sintieron más valientes que nunca.
Después de esa maravillosa visita, Lila y Paco siguieron su camino hacia la cima de la Montaña Brillante. Allí, encontraron lo que siempre habían soñado: un hermoso paisaje, animales nuevos, y hasta una fuente de agua glitterina que hacía que todo iluminara.
"Todo esto es increíble, Lila. ¡Mirá lo que hemos logrado!" - exclamó Paco.
Lila sonrió. "Nunca habría podido hacerlo sin vos, Paco. Aprendí que ser valiente no solo significa no tener miedo, sino también enfrentar esos miedos junto a amigos".
Finalmente, decidieron regresar a la jungla con historias emocionantes y un nuevo amigo. Desde ese día, Lila, Paco y Drago se convirtieron en los mejores amigos, y cada vez que alguien hablaba del miedo a lo desconocido, Lila compartía su aventura.
"Nunca tengan miedo de explorar y hacerse nuevos amigos. La verdadera aventura inicia cuando somos valientes y curiosos en el corazón", decía Lila.
Y así, la jungla encantadora de Selva Alegre se llenó de risas y cuentos gracias a la ardilla valiente y su querido amigo el loro. Juntos, demostraron que la amistad y la valentía pueden llevarte a descubrir maravillas.
Y cada vez que miraban a la distancia, podían ver la Montaña Brillante, brillando igual que la amistad que habían forjado, un reflejo de todos los grandes sueños que aún estaban por venir.
FIN.