La Kermesse de Mario
Mario, un niño de 5 años, estaba emocionado porque se acercaba la kermesse anual de su escuela. Le encantaban los juegos, la comida y los premios. Sin embargo, había algo que le quitaba el sueño por las noches: el miedo a los payasos. Desde pequeño, Mario había tenido pánico a los payasos. No entendía por qué la gente los encontraba divertidos, a él le parecían aterradores.
El día de la kermesse finalmente llegó, y Mario no podía contener su entusiasmo. Corrió de un juego a otro, se comió algodón de azúcar y jugó al tiro al blanco. Sin embargo, en un rincón del patio, vio un grupo de payasos haciendo muecas y malabares. Su corazón se aceleró y sintió un nudo en la garganta.
"Tranquilo Mario, ¿qué te pasa?", preguntó su amiga Sofía, notando la expresión de miedo en su rostro. Y Mario, con la mirada fija en los payasos, le confesó su miedo. Sofía lo escuchó atentamente y le dijo: "Vamos a encontrar una forma de ayudarte a superar este miedo, Mario".
Sofía lo llevó a hablar con la directora de la escuela, la señorita Laura, y juntos idearon un plan. Decidieron que Mario podría acercarse gradualmente a los payasos, primero viéndolos desde lejos, luego de cerca, hasta sentirse más cómodo con su presencia.
Poco a poco, con la ayuda de Sofía y la paciencia de la señorita Laura, Mario logró acercarse a los payasos sin sentir tanto miedo. Descubrió que no eran seres aterradores, sino personas amables que querían hacer reír a los demás. La gradual exposición lo ayudó a comprender que no todos los payasos eran malos, y que su miedo inicial había sido superado.
Al final de la kermesse, Mario no solo había ganado premios en los juegos, sino que también había vencido su miedo a los payasos. Se sentía orgulloso de sí mismo y agradecido por la amistad y la ayuda de Sofía y la señorita Laura. Desde ese día, Mario aprendió que enfrentar sus miedos con valentía podía traer grandes recompensas, y que siempre habría personas dispuestas a ayudarlo en el camino.
FIN.