La Laguna de los Milagros



Hace mucho tiempo, en un rincón escondido de la selva, había una laguna cristalina que todos conocían como la Laguna de los Milagros. Su agua brillaba como si estuviera llena de estrellas, y por eso los habitantes del lugar creían que los sueños y deseos se podían cumplir allí.

Un día, la sirena Marina, con su cabello azul como las olas del mar, nadaba felizmente en la laguna. Se había hecho amiga de un tigrillo llamado Tico, que siempre andaba curioso y explorando.

"¿Sabías que se dice que los deseos se pueden cumplir en esta laguna?" - le comentó Tico mientras jugaban al borde del agua.

"Claro, pero solo si vienen de un corazón puro" - respondió Marina, mientras se sumergía en el agua, dejando solo su cabeza fuera.

Esa misma tarde, un gallito de las rocas llamado Pío, que tenía un colorido plumaje anaranjado y negro, voló sobre la laguna y se posó en una rama cercana.

"¡Hola, amigos! ¿Están listos para una aventura?" - gritó Pío, salpicando agua con sus alas.

"¿Qué tipo de aventura?" - preguntó Tico, intrigado.

"He escuchado rumores sobre un tesoro escondido en la laguna. Dicen que el que lo encuentre podrá pedir un deseo. ¡Vamos a buscarlo!"

Marina dudaba. "Recuerden que no todos los deseos son buenos. Lo más importante es el corazón de quien los pide."

Pero la emoción de Tico y Pío fue contagiosa.

Con determinación, comenzaron su búsqueda. Siempre vigilando el brillo especial del agua, comenzaron a explorar el fondo de la laguna. Nadaron y saltaron, buscando pistas. Sin embargo, al poco tiempo, se dieron cuenta de un problema.

Había una sombra oscura que se movía por el fondo de la laguna.

"¿Qué es eso?" - susurró Tico con miedo.

"No lo sé, pero no parece amistoso" - respondió Marina, sintiendo una extraña energía.

La sombra se acercó más. Era un espíritu de la laguna, un guardián que protegía el lugar de los deseos negativos. Su voz resonó en el agua:

"¿Por qué perturban la paz de la Laguna de los Milagros? Solo los que tienen buenas intenciones pueden acercarse a su magia."

Pío, temeroso, dijo:

"Solo buscamos el tesoro para pedir deseos maravillosos!"

"Si solo buscan riqueza y poder, no lograrán nada" - advirtió el guardián.

Marina decidió entonces hablar:

"Estamos aquí por diversión, pero también por bondad. Si encontramos el tesoro, queremos ayudar a quienes lo necesiten."

El guardián, intrigado por las palabras de Marina, les hizo una propuesta.

"Si logran mostrarme un buen deseo, les permitiré un deseo a cada uno, pero deben demostrarlo hoy mismo."

Marina, Pío, y Tico se miraron sorprendidos. ¿Cómo podrían demostrar un deseo puro? Se pusieron a pensar.

"Tal vez podemos ayudar a un animal herido en el bosque" - sugirió Tico.

"Pero no sabemos dónde encontrar uno" - contestó Pío.

De repente, un lamento llegó desde la orilla de la laguna. Era un pequeño venado que había quedado atrapado entre las ramas.

"¡Ayuda!" - pidió con voz trémula.

"¡Vayamos!" - dijo Marina, y nadó rápidamente hacia la orilla, seguida por sus amigos.

Con esfuerzo, empujaron las ramas y lograron liberar al venado.

"¡Gracias!" - dijo el venado, lleno de gratitud.

"Deseo poder correr libre otra vez" - agregó, sintiendo su felicidad volver.

El guardián observó lo que habían hecho y sonrió.

"Han demostrado que poseen un corazón puro. Ahora, pidan su deseo."

Marina, Tico y Pío se miraron, y juntos dijeron:

"Deseamos que cada persona que llegue a esta laguna con un corazón sincero y buenos sentimientos, pueda ver cumplidos sus deseos."

El guardián sonrió y asintió.

"Así será. Desde ahora, la Laguna de los Milagros será un lugar de esperanza y alegría para quienes deseen ayudar a los demás."

Con eso, el guardián se desvaneció, y el agua de la laguna brilló aún más intensamente. Marina comprendió que su misión era cuidar ese lugar maravilloso. En lugar de seguir nadando en la superficie, decidió vivir en lo profundo del lago, donde podría escuchar los corazones puros que llegaban.

"Yo seré la guardiana de los deseos de aquellos que vienen con buenas intenciones" - dijo Marina, y sus amigos comprendieron que había encontrado su verdadero hogar.

Desde entonces, la laguna se llenó de risas y deseos que se convertían en realidad, gracias a la magia de Marina y su compromiso con ayudar a otros.

Así, la Laguna de los Milagros se convirtió en un lugar donde la bondad siempre prevalecía, y la sirena, el tigrillo, y el gallito de las rocas siempre recordarán que los deseos más hermosos son los que vienen del corazón

FIN.

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