La Laguna de los Sueños



En un hermoso valle andino, donde las montañas susurraban viejas historias y los ríos cantaban suaves melodías, vivía una pareja llamada Inés y Tomás. Su amor era tan puro como el agua de un arroyo y tan brillante como las estrellas del cielo. Sueñan con un futuro juntos, lleno de aventuras y risas.

Un día, mientras paseaban por el campo, encontraron un lugar mágico, donde los colores de las flores eran más vibrantes y el aire olía a miel. En ese momento, decidieron que querían casarse allí.

"Este es el lugar perfecto para celebrar nuestro amor", dijo Inés con ojos brillantes.

"Sí, aquí es donde nuestros sueños pueden hacerse realidad", respondió Tomás.

Así que, rodeados de amigos, familia y el canto de los pájaros, Inés y Tomás se casaron en el corazón de la naturaleza.

Con el tiempo, su amor se tornó tan fuerte que la tierra misma decidió mostrar su alegría. Un día, cuando Inés y Tomás se sentaron juntos a la orilla de un arroyo, comenzaron a escuchar un suave murmullo que parecía hablarles.

"¿Escuchás eso, Tomás?", preguntó Inés.

"Sí, parece como si el arroyo nos estuviera contando un secreto", respondió él.

Con curiosidad, se acercaron y, en un instante mágico, los dos fueron envueltos por una luz brillante. Cuando la luz se desvaneció, Inés y Tomás ya no eran dos personas, sino una hermosa laguna que reflejaba el cielo y las montañas.

La laguna se llenó de agua clara y brillante, y pronto se convirtió en un refugio para muchos animales y plantas. Los peces danzaban en el agua y las aves se posaban en sus orillas.

Sin embargo, la laguna era más que un simple lugar; era un símbolo de su amor eterno. Pero, al principio, los habitantes del valle estaban confundidos y un poco tristes por la desaparición de la pareja.

"¿Qué sucedió con Inés y Tomás?", preguntó una pequeña niña llamada Sofía, con lágrimas en sus ojos.

"No lo sé, Sofía, pero creo que ellos ahora son parte de la naturaleza", comentó su abuelo, quien había vivido en el valle por muchos años.

Los días pasaron y, aunque al principio la gente extrañaba a Inés y Tomás, pronto comenzaron a notar la magia que emanaba de la laguna. Algunos venían a pescar, otros a meditar, y muchos llevaban a sus hijos a jugar en la orilla. La laguna se volvió un lugar de alegría y risa.

Sofía, intrigada por lo que había pasado, un día se sentó a la orilla de la laguna y comenzó a hablar con el agua.

"Laguna, ¿dónde están Inés y Tomás?", preguntó con voz suave.

Para su sorpresa, el agua comenzó a brillar y una suave brisa llevó la voz de Inés.

"Sofía, estamos aquí, en cada ola y cada gota. Nuestro amor vive en esta laguna ahora.

"¿Cómo pueden estar ahí?", asombrada exclamó la niña.

"Porque el amor verdadero nunca se desvanece. Crecimos en armonía con la naturaleza, y siempre estarán en nuestros corazones", sonó la voz de Tomás.

Esa tarde, Sofía comprendió que el amor de Inés y Tomás era tan fuerte que podía transformar todo a su alrededor. La laguna se convirtió en el centro de la comunidad, donde los niños aprendían sobre la naturaleza, los animales y la importancia del amor.

Con el paso de los años, la gente del valle comenzó a contar la historia de Inés y Tomás. Se reunían a la orilla de la laguna para recordarles y celebrar su amor. Así, la historia de la pareja que se convirtió en laguna se transmitió de generación en generación.

La laguna se convirtió en un lugar sagrado de amor y esperanza, donde todos los que se acercaban podían sentir la alegría de Inés y Tomás en cada susurro del viento y en cada rayo del sol.

Y así, en el hermoso valle andino, donde las montañas y los ríos aún cantan sus viejas historias, el amor de Inés y Tomás vive en la Laguna de los Sueños para siempre.

FIN.

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