La Laguna del Inca y el Amor Eterno



En las majestuosas alturas de la cordillera de los Andes, se encontraba la hermosa Laguna del Inca, un lugar de aguas transparentes que reflejaban los cielos azules. El inca Illi Yupanqui era un rey valeroso, conocido por su nobleza y amor por su tierra. En una soleada mañana, durante una gran celebración, se unió en matrimonio con su amada, la inca Kora-Llequi.

"Kora-Llequi, prometo amarte y protegerte por siempre", le dijo Illi Yupanqui mientras las flores caían de los árboles.

"Y yo a ti, Illi. Siempre seremos uno, nuestro amor es más fuerte que cualquier montaña", respondió Kora-Llequi, con una sonrisa que iluminaba la cordillera.

La felicidad reinaba entre ellos, y el sol brillaba intensamente las semanas siguientes, pero una tarde, mientras paseaban por la ladera escarpada de la montaña, un trágico accidente cambió su destino. Kora-Llequi tropezó y cayó, sumergiéndose en las profundidades del lago.

"¡Kora-Llequi!" gritó Illi, corriendo desesperado hacia la orilla. Las aguas cristalinas, que antes reflejaban su felicidad, se tornaron de un profundo color esmeralda, como si el alma de Kora-Llequi hubiera dejado su esencia en el lago.

Los días pasaron, y Illi, llora junto a la laguna, su corazón pesado por la pérdida. Pero un día, una anciana sabia del pueblo se acercó a él.

"Inca Illi, el amor que sientes por Kora-Llequi es tan fuerte que puede cambiar el destino. Hay una leyenda que dice que si lloras con sinceridad, las aguas te revelarán un camino", le explicó la anciana.

Con una chispa de esperanza en sus ojos, Illi decidió intentarlo. Se sentó a la orilla de la laguna, cerró los ojos y dejó que las lágrimas fluyeran. Pronto, el agua empezó a brillar aún más, y del fondo del lago surgió una imagen de Kora-Llequi.

"Illi, no llores por mí. Yo siempre estaré contigo. Mi espíritu vive en la laguna y en cada rincón de esta montaña que tanto amamos", dijo la imagen, con una voz suave.

Illi, sorprendido, entendió que su amor nunca se apagaría. La anciana le sonrió al ver la conexión entre los dos.

"El amor verdadero nunca muere, inca. Anda, usa ese amor para proteger tu pueblo y fortalecer la montaña", aconsejó la anciana.

Así, Illi Yupanqui se levantó, decidido a honrar el legado de su amada. Con el tiempo, se convirtió en un líder aún más fuerte, cuidando de su gente y sus tierras. La Laguna del Inca se hizo famosa no solo por su belleza, sino también por la historia de amor eterno que llevaban en sus aguas, recordando a todos que el verdadero amor siempre trasciende a través del tiempo y del espacio.

Y así, cada vez que alguien lloraba de amor junto al lago, las aguas esmeralda guiaban a los visitantes hacia el amor y la felicidad, recordándoles que, aunque la tristeza puede ser profunda, el amor puede ser infinito.

FIN.

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