La lámpara mágica de la cueva
Era un día hermoso en el que Leo y su hermana Clara decidieron explorar una cueva que habían encontrado cerca de su casa. Con linternas en mano, se aventuraron adentrándose en la oscuridad, llena de ecos y estalactitas que caían del techo.
"¿Te imaginas lo que podríamos encontrar aquí?" - le dijo Leo, emocionado.
"Quizás tesoros o criaturas mágicas, como en los cuentos" - respondió Clara, con la mirada brillando de curiosidad.
Mientras caminaban, sus linternas iluminaron un objeto extraño en el suelo. Era una lámpara antigua, cubierta de polvo y telarañas.
"¡Mirá, Leo!" - exclamó Clara, agachándose para limpiarla un poco. "Es como la de Aladino, deberíamos frotarla".
"¿Qué? ¿Y si aparece un genio?" - Leo se rió, no creyendo en aquellas cosas.
"No pierdes nada al intentarlo" - insistió Clara con confianza.
Curiosa y llena de valentía, Clara tomó la lámpara y comenzó a frotarla. De repente, una nube de humo azul empezó a salir de la lámpara, llenando la cueva con un brillo mágico. De la nube, apareció un gran mago con una capa repleta de estrellas.
"¡Soy el Mago Zorak! Y he venido a cumplir tres deseos, escoger con sabiduría" - dijo, con una voz profunda y resonante.
Leo y Clara se miraron sorprendidos.
"Esto es increíble, Clara. No puedo creer que sea real" - dijo Leo, con los ojos muy abiertos.
"¿Qué vamos a desear?" - preguntó Clara, ya imaginando todas las posibilidades.
"Quiero volar como un pájaro" - dijo Leo sin pensarlo.
"¡Eso es!" - asintió Clara.
Zorak levantó su mano y, de repente, Leo comenzó a levitar.
"¡Wow! ¡Esto es increíble!" - gritó Leo mientras giraba en el aire.
"¡Ahhh! ¡Baja, Leo! ¡No te vayas a caer!" - Clara le gritó con preocupación.
Aunque disfrutaba del vuelo, Leo pronto se dio cuenta de que no podía controlar su dirección.
"¡Zorak, ayuda! No puedo detenerme!" - clamó.
"¡Un deseo debe tomarse en serio! Haz que funcione para ti" - respondió el mago, con un destello en los ojos.
Concentrándose, Leo deseó aterrizar suavemente, y, ¡bum! Así fue. Aterrizó sin un rasguño, aunque con un pequeño mareo.
"Eso fue emocionante, pero tiene que haber algo más útil para desear ahora" - dijo Clara, pensativa.
Finalmente, decidieron que su segundo deseo sería ayudar a su comunidad.
"Quiero que haya suficiente comida para todos en nuestro barrio, así nadie pase hambre" - dijo Clara con determinación.
Zorak chasqueó los dedos y, en un instante, un montón de cajas de comida aparecieron. Todos en la comunidad ahora tendrían un festín.
"Esto es maravilloso" - dijo Leo, aunque empezó a sentir que tenían que ser más creativos.
"Te lo dije, ¡esto es mágico!" - Clara sonrió.
Con su último deseo, decidieron hacer algo que los uniera más.
"Quiero que todos los niños del mundo puedan jugar juntos, sin importar de dónde vengan" - proclamó Leo con alegría.
Zorak sonrió ante el deseo y agitó su varita. Instantáneamente, en la pantalla de la cueva comenzaron a aparecer imágenes de niños de diferentes países, jugando y riendo juntos.
"Este deseo está en el corazón de todos" - dijo el mago.
"¡Esto es más grande que nosotros!" - dijo Clara con lágrimas de felicidad.
"Aunque solo tengamos tres deseos, creo que hicimos algo asombroso" - concluyó Leo.
El Mago Zorak creó un portal para regresar a los dos niños a su hogar.
"No olviden que cada uno tiene un poder especial y que pueden hacer la diferencia desde su lugar" - les dijo, antes de desaparecer.
De regreso a la cueva, Leo y Clara se prometieron no guardar el secreto de la lámpara, sino usar sus corazones y habilidades para ayudar a otros y seguir soñando juntos.
FIN.