La lección de amor bajo la lluvia
Era un día gris y lluvioso en Buenos Aires. Las calles estaban mojadas y las gotas de lluvia caían sin cesar del cielo. En una casa pequeña, una niña llamada Sofía miraba por la ventana con tristeza.
"Qué día más feo", suspiró Sofía. Ella estaba enamorada de un chico llamado Mateo, pero él nunca parecía prestarle atención. Sin embargo, ella no perdía la esperanza de algún día conquistarlo.
De repente, se escuchó el timbre de la puerta y Sofía corrió a abrir. Era su abuela que había venido a visitarla. "Hola, mi amor", dijo la abuela mientras le daba un fuerte abrazo a Sofía. "Hola abuela", respondió Sofía con una sonrisa forzada.
La abuela notó que algo andaba mal y preguntó:"¿Por qué tienes esa carita triste?"Sofía decidió contarle todo sobre su enamoramiento hacia Mateo.
La abuela escuchó pacientemente y luego le dio algunos consejos sabios:"Mi querida nieta, el amor es como la lluvia. A veces puede ser molesto e incómodo, pero también puede ser hermoso e inspirador". Sofía no entendió muy bien lo que quiso decir su abuela, pero decidió seguir escuchando atentamente sus palabras.
"Mira por ejemplo cómo está lloviendo hoy. Si nos quedamos encerrados en casa todo el tiempo porque no nos gusta la lluvia, nunca podríamos apreciar lo hermosa que es después de haber pasado.
Los días soleados no serían tan especiales si no hubiera días lluviosos de vez en cuando". Sofía pensó en las palabras de su abuela y comenzó a mirar la lluvia con otros ojos. De repente, se le ocurrió una idea.
"Abuela, ¿me acompañas a hacer algo?"La abuela asintió y ambas salieron de la casa bajo la lluvia. Caminaron por las calles mojadas hasta llegar al parque donde Mateo solía ir a jugar fútbol. "¿Qué hacemos aquí?", preguntó la abuela.
"Vamos a darle una sorpresa a Mateo", respondió Sofía con una sonrisa. Ella había traído un balón de fútbol consigo y comenzó a jugar sola mientras esperaban que apareciera Mateo.
La abuela la observaba desde el banco sin entender muy bien qué estaba pasando. Finalmente, Mateo llegó al parque y se acercó curioso hacia Sofía. "¿Qué haces aquí jugando sola bajo la lluvia?", preguntó él riéndose un poco.
Sofía sonrió tímidamente y le lanzó el balón:"Te reto a un partido". Mateo aceptó el desafío y ambos comenzaron a jugar juntos bajo la lluvia. La abuela los observaba feliz desde el banco mientras ellos corrían, saltaban y reían juntos como dos amigos más que como dos enamorados.
Cuando terminaron el partido, todos estaban empapados pero felices. El corazón de Sofía latía fuerte mientras caminaban hacia casa junto con su abuela.
No sabía si Mateo sentía lo mismo por ella, pero al menos habían pasado un buen rato juntos. "Gracias abuela", dijo Sofía mientras abrazaba fuerte a su abuela. "¿Por qué me das las gracias?", preguntó la abuela sorprendida.
"Por enseñarme que la lluvia puede ser hermosa y que el amor es como el clima. A veces llueve, a veces hace sol, pero siempre podemos encontrar algo bello en cada día". La abuela sonrió orgullosa de su nieta y le dio un beso en la mejilla.
"Eres una sabia más allá de tus años, mi amor". Sofía sonrió feliz mientras caminaban hacia casa bajo la lluvia. Sabía que tal vez nunca conquistaría completamente a Mateo, pero eso no importaba.
Había aprendido una valiosa lección sobre el amor y había descubierto que incluso los días más grises pueden tener algo especial si uno sabe buscarlo.
FIN.