La lección de Belencita


Belencita era una niña muy dulce y cariñosa, pero también era muy terca. A menudo, su papá le pedía que hiciera cosas simples como ordenar su habitación o comer sus verduras, pero ella simplemente se negaba a hacerlo.

Un día, mientras Belencita jugaba en el parque con sus amigos, su papá la llamó por teléfono para preguntarle si había hecho las tareas del colegio y ordenado su habitación. Belencita respondió con un simple —"no"  y colgó el teléfono.

Al llegar a casa esa tarde, Belencita encontró a papá esperándola en la puerta. Él estaba muy decepcionado porque ella no había hecho lo que le había pedido. Pero en lugar de regañarla, decidió hablar con ella.

"Belencita, ¿por qué no haces caso cuando te pido que hagas algo?" preguntó papá con tristeza en su voz. "No sé... no me gusta hacer esas cosas", respondió Belencita encogiéndose de hombros.

"Pero son cosas importantes para tu bienestar y tu crecimiento", explicó papá. "Si no ordenas tu habitación, puedes perder cosas importantes y si no comes tus verduras, tu cuerpo no recibirá los nutrientes necesarios para crecer fuerte". "Lo siento papa", dijo Belencita bajando la cabeza.

"No tienes nada que lamentar mi amor", dijo papá abrazándola tiernamente. "Pero debes entender que hay ciertas responsabilidades que debemos cumplir aunque no nos gusten".

A partir de ese día, Belencita comenzó a prestar más atención cuando su papá le pedía hacer algo. Aprendió que las responsabilidades son parte de la vida y que cumplirlas nos hace más fuertes y felices. Con el tiempo, Belencita se convirtió en una niña más madura y responsable.

Y su papá estaba muy orgulloso de ella por haber aprendido esa importante lección.

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