La lección de bondad de Lucía


. Ambos vivían en una pequeña casa en las afueras de la ciudad, rodeados de naturaleza y animales.

Un día, mientras jugaban en el jardín, Lucía se acercó a Ulises y le preguntó:-¿Ulises, por qué siempre te portas mal? ¿No te das cuenta de que eso hace daño a los demás? Ulises miró a su hermana con desdén y respondió:-No me importa lo que piensen los demás. Yo hago lo que quiero.

Lucía suspiró y decidió hacer algo al respecto. Sabía que no podía cambiar a su hermano de un día para otro, pero estaba dispuesta a intentarlo. Así fue como comenzaron las lecciones de bondad.

Cada día, Lucía le enseñaba a Ulises cómo ser amable con los demás, cómo ayudar sin esperar nada a cambio y cómo pensar antes de actuar. Al principio, Ulises se resistió. No le gustaba sentirse débil ni dependiente de su hermana menor.

Pero poco a poco fue cediendo ante la dulzura y perseverancia de Lucía. Un día, mientras caminaban por el bosque cercano, encontraron un zorro herido en el camino. Lucía corrió hacia él para ayudarlo mientras Ulises se quedaba atrás observando.

Lucía cuidó del zorro durante varios días hasta que se recuperó completamente. Mientras tanto, Ulises había estado observando todo el proceso con detenimiento.

Cuando finalmente llegó el momento de liberar al zorro en la naturaleza nuevamente, Lucía estaba muy feliz pero también triste por tener que dejarlo ir. Fue entonces cuando Ulises hizo algo sorprendente. Se acercó a su hermana y le dijo:-Gracias por enseñarme lo que es la bondad. Yo también quiero ser como tú.

Lucía sonrió emocionada y abrazó a su hermano mayor. Desde ese día, Ulises comenzó a cambiar de actitud. Aprendió a pensar en los demás antes que en sí mismo y se convirtió en un niño mucho más amable y empático.

Lucía estaba orgullosa de su hermano y sabía que juntos podían hacer grandes cosas por el mundo.

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