La lección de Don Andrés
Había una vez en un pequeño pueblo de Colombia, un niño llamado Mateo. Mateo era conocido por ser muy desobediente y siempre metiéndose en problemas.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, vio un cartel que decía "Prohibido treparse a los árboles". Sin pensarlo dos veces, Mateo comenzó a escalar el árbol más grande del parque. - ¡Mateo, baja de ahí! -gritó su amigo Juan preocupado.
- No pasa nada, estoy bien aquí arriba -respondió Mateo desde las alturas. Pero justo cuando Mateo estaba llegando a la cima del árbol, una rama se rompió y él cayó al suelo. Afortunadamente, no se lastimó gravemente, pero se llevó un buen susto.
Al ver lo sucedido, los padres de Mateo decidieron darle una lección. Lo llevaron a visitar a Don Andrés, un anciano sabio del pueblo conocido por sus historias inspiradoras. - ¿Por qué siempre desobedeces las reglas, Mateo? -preguntó Don Andrés con calma.
- No sé... me parecen aburridas y no veo la importancia de seguirlas -respondió Mateo con vergüenza.
Don Andrés sonrió y comenzó a contarle una historia sobre un pájaro llamado Simón que no quería aprender a volar porque pensaba que era innecesario. A medida que la historia avanzaba, Mateo comprendió la moraleja: seguir las reglas y consejos de los mayores puede evitar situaciones peligrosas o dolorosas.
Desde ese día, Mateo empezó a prestar más atención a las advertencias y reglas establecidas. Se convirtió en un ejemplo para sus amigos al explicarles la importancia de respetar las normas para cuidar de sí mismos y de quienes los rodeaban.
Con el tiempo, Mateo dejó atrás su fama de niño desobediente y se ganó el reconocimiento como alguien responsable y considerado. Siempre recordaba la lección aprendida aquella tarde con Don Andrés y nunca más volvió a treparse a ningún árbol prohibido.
Y así fue como el travieso Mateito se transformó en un niño ejemplar que entendió que las reglas están hechas para protegernos y guiar nuestro camino hacia un futuro mejor.
FIN.