La lección de Emilia


Emilia era una niña muy activa y siempre estaba en busca de aventuras. Un día, mientras jugaba en el patio trasero de su casa, vio una pelota abandonada cerca de la taza donde su familia solía tomar el té.

Sin pensarlo dos veces, Emilia agarró la pelota y comenzó a jugar sola. La lanzaba al aire y trataba de atraparla con sus manos o con los pies.

Pero en un momento, sin querer, lanzó la pelota hacia la taza y ésta se rompió en mil pedazos. Asustada por lo que había hecho, Emilia corrió a buscar a su mamá para contarle lo que había pasado.

Su mamá se acercó a ver el desastre y aunque no estaba contenta con lo ocurrido, le dijo:"No te preocupes Emilia, todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos".

Emilia entendió las palabras de su madre pero aun así se sentía mal por haber roto algo tan valioso para su familia. Al día siguiente fue al parque con sus amigos a jugar fútbol.

Mientras jugaban, uno de los niños pateo la pelota fuera del campo y esta terminó golpeando accidentalmente a un señor mayor que pasaba caminando por allí. El hombre cayó al suelo y parecía estar lastimado. Los niños corrieron hacia él para ayudarlo pero Emilia notó algo más: el hombre tenía lágrimas en los ojos. "¿Estás bien?" preguntó Emilia preocupada.

"Sí, gracias", respondió el hombre mientras intentaba incorporarse poco a poco. "Lo siento mucho" dijo uno de los niños avergonzado por lo que había pasado. "No te preocupes, todos cometemos errores", respondió el hombre con una sonrisa en su rostro.

Emilia recordó las palabras de su madre y se sintió reconfortada. Entonces, decidió hacer algo para ayudar al señor. Fue corriendo a su casa y buscó la taza de té rota que había guardado en un cajón.

Con mucho cuidado, pegó los pedazos rotos y logró armarla casi perfectamente. Al día siguiente, Emilia fue al parque nuevamente pero esta vez llevaba consigo la taza reparada.

Cuando vio al señor mayor caminando por allí, se acercó a él y le dijo:"Lo siento mucho por lo que pasó ayer. Espero que esto pueda compensar el daño causado". El hombre tomó la taza entre sus manos y se sorprendió al verla reparada. "Es hermosa" dijo con una sonrisa en su rostro.

A partir de ese día, Emilia aprendió una valiosa lección: todos cometemos errores pero siempre hay algo que podemos hacer para solucionarlo o compensarlo. Además, entendió que nunca es tarde para aprender y crecer como personas.

Y así, Emilia siguió jugando pelota pero ahora siempre tenía cuidado de no lastimar a nadie ni romper cosas valiosas. Y cada vez que miraba la taza reparada sentía una gran satisfacción porque sabía que había hecho algo bueno para alguien más.

Dirección del Cuentito copiada!