La lección de fracciones de Don Martín
Había una vez en la Escuela Primaria "Rayitos de Sol", un profesor llamado Don Martín, quien tenía la misión de enseñarles fracciones a sus alumnos de tercer grado.
Los niños estaban emocionados por aprender algo nuevo, pero también un poco asustados porque las fracciones sonaban complicadas. Don Martín era un profesor muy creativo y sabía que para enseñarles fracciones de una manera divertida, debía hacerlo de forma práctica y entretenida.
Así que un día decidió llevar a sus alumnos al patio de la escuela, donde les esperaba una sorpresa. Al llegar al patio, los niños vieron una gran pizza sobre una mesa.
Se les hizo agua la boca al verla, pero se sorprendieron aún más cuando Don Martín les dijo: "-¡Hoy vamos a aprender sobre fracciones con esta deliciosa pizza! Cada uno de ustedes va a poder crear su propia fracción con los ingredientes que más les gusten.
"Los ojos de los niños se iluminaron de emoción y rápidamente se organizaron en parejas para empezar a trabajar. Juanita decidió ponerle jamón y queso a su pizza, mientras que Pedro prefirió agregarle champiñones y aceitunas.
Todos estaban concentrados dividiendo la pizza en partes iguales para representar las fracciones. "-Miren chicos, si dividimos la pizza en cuatro partes iguales y nos comemos dos pedazos, ¿qué fracción estamos comiendo?" preguntó Don Martín.
Todos levantaron la mano emocionados y respondieron: "-¡La mitad!"Después de disfrutar juntos sus pizzas personalizadas, Don Martín propuso un desafío final: cada pareja debía crear una receta utilizando fracciones para las cantidades de ingredientes. Los niños se pusieron manos a la obra y comenzaron a planificar sus recetas con mucha creatividad.
Al terminar el desafío, llegó el momento de presentar las recetas ante todos. Las combinaciones eran increíbles: desde tortas con tres cuartos de chocolate hasta ensaladas con medio tomate y un tercio de lechuga.
Todos aplaudieron emocionados por el esfuerzo y la imaginación puesta en cada receta. Al finalizar la clase, los niños se dieron cuenta de que las fracciones no eran tan difíciles como pensaban, sino que podían ser muy divertidas si se aprendían jugando y compartiendo con amigos.
Desde ese día en adelante, cada vez que veían una pizza o cualquier otra comida dividida en partes iguales recordaban lo aprendido en aquella clase inolvidable con Don Martín.
Y así descubrieron que las matemáticas podían ser deliciosamente divertidas cuando se les ponía amor e imaginación.
FIN.