La lección de Fresa
Había una vez un niño llamado Fresa, a quien le encantaba jugar al fútbol.
Todos los días salía a la cancha con su pelota y su uniforme rojo y blanco, listo para practicar tiros al arco y hacer regates increíbles. Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, Fresa pateó tan fuerte la pelota que esta salió disparada hacia la cocina de Doña Rosa, una vecina muy amable pero un poco gruñona.
La pelota rompió una ventana de la cocina y cayó justo en medio de un plato lleno de galletitas recién horneadas. Fresa se acercó temeroso a la ventana rota y vio a Doña Rosa parada allí, mirándolo con gesto serio.
-¡Lo siento mucho, señora! No fue mi intención romper nada -dijo el niño apenado. Doña Rosa suspiró y luego sonrió. -Tranquilo, Fresa. Está bien. Pero ahora tendrás que ayudarme a limpiar este desastre que has causado.
El niño asintió y entró a la cocina junto a Doña Rosa.
Mientras limpiaban las migas de galletitas del piso, ella le contó lo importante que era tener cuidado con las cosas de los demás y cómo siempre es mejor pedir disculpas cuando uno comete un error. Fresa escuchaba atentamente las palabras de Doña Rosa y se dio cuenta de lo valioso que era aprender de los errores y ser responsable por sus acciones.
Al terminar de limpiar, le prometió a Doña Rosa que jugaría más lejos del edificio para evitar futuros accidentes. Desde ese día, Fresa visitaba a menudo a Doña Rosa en su cocina para ayudarla con tareas pequeñas o simplemente charlar mientras ella cocinaba.
La vecina había pasado de ser gruñona a convertirse en una amiga cariñosa para el niño futbolista. Con el tiempo, Fresa comenzó también a usar gafas para protegerse los ojos del sol mientras jugaba al fútbol.
Sus amigos se burlaban un poco al principio, pero él les explicaba orgulloso que era importante cuidar su vista para seguir disfrutando del deporte que tanto amaba.
Así fue como Fresa aprendió grandes lecciones sobre responsabilidad, amistad y cuidado personal gracias a un simple accidente con su pelota en la cocina de Doña Rosa. Y juntos compartieron risas, galletitas recién horneadas ¡y muchos partidos divertidos en el parque!
FIN.