La Lección de Isha



En un pintoresco pueblo de México, vivía una niña llamada Isha. Era curiosa, llena de energía y siempre estaba dispuesta a hacer nuevos amigos. Sin embargo, tras algunas experiencias no tan agradables, su madre le dijo un día:

"Isha, debes aprender a no confiar en cualquier persona que se cruce en tu camino. La gente rara a veces puede traerte problemas."

Isha, confundida, decidió que era hora de aprender más sobre la confianza. Un día, mientras caminaba por el mercado, conoció a una joven flaca llamada Luna. Ella tenía una risa contagiosa y una mirada chispeante. Al principio, Isha dudó de acercarse, pero la curiosidad pudo más.

"Hola, soy Isha. ¿Qué haces aquí?",

"Hola, Isha. Soy Luna, y estoy buscando nuevos amigos para recorrer el pueblo. Quiero mostrarles lo bonito que es, pero hay que estar atentos a quiénes dejamos entrar en nuestra vida."

A medida que pasaban los días, Isha y Luna se volvieron inseparables. Luna le enseñó varias lecciones sobre cómo reconocer a las personas que realmente valen la pena. Sin embargo, en uno de sus paseos, se encontraron con un hombre extraño que les ofreció dulces.

"Miren, chicas, estos son los mejores dulces de todo México! ¿No quieren probar uno?"

"No, gracias,” dijo Luna con firmeza. “No sabemos de dónde vienen esos dulces."

- “¿Pero no son ricos? Mira cómo se ven,” insistió el hombre.

Isha sentía una gran tentación por los dulces, pero recordó las palabras de su madre y la lección de Luna.

"No, gracias. Preferimos comprar en el mercado, donde conocemos a los comerciantes."

El hombre hizo una mueca y se alejó.

- “Bravo, Isha! ” exclamó Luna. "Hiciste lo correcto. Aprender a decir que no es fundamental. Siempre hay que conocer a las personas antes de confiar en ellas."

Con el tiempo, Isha fue poniendo en práctica las enseñanzas de Luna, y empezó a diferenciar entre quienes eran amigos de verdad y quienes solo querían aprovecharse de su confianza. Sin embargo, un día, se encontró con un grupo de niños que se reían de ella porque prefería no hablar con extraños.

"¡Isha! ¡Eres muy miedosa! ¡Ven a jugar!"

"¿Por qué no quieres ser parte de nuestro juego?"

Isha se sintió triste y sola. Regresó a casa y le contó a Luna lo que había pasado.

- “Te entiendo, Isha. A veces es difícil. Pero recuerda que es mejor ser precavida y estar segura que arriesgarse y sentirte mal. No te preocupes, encontraras amistades que compartan tus valores."

Con cada aventura, Isha comenzó a notar el valor de la sabiduría que había adquirido. ¡Hasta que llegó un día en que conoció a un niño nuevo en la escuela! Se llamaba Emiliano y tenía una sonrisa amable.

- “Hola, soy Emiliano. ¿Te gustaría jugar a la pelota con nosotros? ”

Isha se sintió insegura, pero vio cómo Emiliano se comportaba con otros niños y se dio cuenta de que era diferente. Recordó todo lo que Luna le había enseñado.

- “Sí, pero necesito conocerte primero. ¿Qué te gusta hacer? ”

- “Me encanta la fotografía y explorar nuevos lugares. ¿Te gustaría ver algunas fotos? ”

- “¡Claro! Eso suena divertido.”

Con el tiempo, Isha se dio cuenta de que Emiliano era un niño de verdad, gentil y considerado. Aprendió que no se debe generalizar y que hay personas buenas y malas en el mundo. La confianza no se trata de abrir la puerta a todos, sino de construir lazos genuinos.

Isha y Emiliano se hicieron amigos rápidamente. Y aunque continuó aprendiendo, había entendido perfectamente que no se trata de desconfiar de todos, sino de conocerlos antes de abrir su corazón.

Así, con la ayuda de Luna y sus nuevas experiencias, Isha creció más fuerte que nunca. Su viaje la había llevado a encontrar amigos valiosos, y a entender que cada persona tiene su propia historia y que la verdadera amistad se basa en confianza y respeto mutuo.

Y así, cada vez que una nueva persona se cruzaba en su camino, miraba a su alrededor, sonreía y se acordaba de siempre buscar el brillo genuino en los ojos de los demás, y de esa forma aprender a confiar.

FIN.

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