La lección de la abuela


Había una vez una ardillita muy glotona llamada Lila. A ella le encantaba comer frutas y nueces todo el día, pero un día se enfermó del estómago y no podía comer nada sin sentir dolor.

La mamá de Lila estaba preocupada por su hija y decidió llevarla a la casa de la abuela para que la ayudara a encontrar una solución.

"Abuela, ¿qué podemos hacer para curar a Lila? Ella no puede comer nada sin sentir dolor en su estómago", dijo la mamá con preocupación. La abuela pensó por un momento y luego dijo: "Creo que sé lo que está pasando. Probablemente Lila ha estado comiendo demasiado rápido. Debemos enseñarle a comer más despacio".

"Pero Abuela, ¿cómo podemos hacer eso?" preguntó la mamá. "Podemos darle pequeñas porciones de comida cada vez y asegurarnos de que mastique bien antes de tragar", respondió la abuela.

Así comenzaron a alimentar a Lila con pequeñas cantidades de comida cada vez, asegurándose de que mastique bien antes de tragar. Al principio fue difícil para Lila acostumbrarse, pero poco a poco comenzó a disfrutar más sus comidas al tomar su tiempo para saborearlas correctamente.

Después de unos días siguiendo este método, Lila se sintió mucho mejor. Ya no tenía dolores estomacales y podía disfrutar nuevamente sus frutas y nueces favoritas sin problemas. Todos celebraron cuando vieron que Lila estaba completamente recuperada.

La mamá le dio las gracias a la abuela por su ayuda en encontrar una solución tan efectiva. La moraleja de esta historia es que debemos aprender a disfrutar nuestras comidas y tomar nuestro tiempo para saborearlas correctamente.

No importa cuán deliciosas sean, siempre debemos comer con moderación y en porciones pequeñas para mantener una buena salud estomacal.

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