La lección de la carretera


En una ciudad muy transitada vivía un anciano llamado Don Emilio, quien todos los días cruzaba la avenida principal para ir al parque a alimentar a las palomas.

Don Emilio era muy querido por todos en el barrio, pero su vista ya no era tan buena como antes. Un día, mientras Don Emilio intentaba cruzar la calle, el semáforo se puso en rojo y él no lo vio.

En ese momento, un niño llamado Lucas que jugaba en la vereda notó la situación y decidió ayudarlo. Lucas corrió hacia Don Emilio y le tomó de la mano para guiarlo hasta el otro lado de la calle.

"¡Gracias, joven! No había visto que estaba en rojo", dijo Don Emilio con gratitud. "No hay de qué abuelito, es importante siempre mirar el semáforo antes de cruzar", respondió Lucas amablemente.

Mientras tanto, un coche que venía a toda velocidad estuvo a punto de chocar contra ellos si no fuera por una moto que se interpuso en su camino. El conductor del coche frenó justo a tiempo gracias a la rápida reacción del motociclista. "¡Uf! ¡Eso estuvo cerca!", exclamó el motociclista al detenerse junto a Don Emilio y Lucas.

"Gracias por tu valentía", dijo Lucas admirando al motociclista. "De nada chicos, es importante estar atentos en la calle para evitar accidentes", respondió el motociclista con una sonrisa.

Don Emilio, Lucas, el motociclista y algunos transeúntes se quedaron charlando un rato sobre la importancia de respetar las normas de tránsito y ayudarse mutuamente en situaciones de peligro. Todos coincidieron en que cada uno puede contribuir a hacer del mundo un lugar más seguro si actúan con responsabilidad y solidaridad.

Desde ese día, Don Emilio siempre esperaba pacientemente frente al semáforo antes de cruzar la calle, Lucas seguía jugando felizmente en su barrio sabiendo que había hecho algo bueno por alguien más vulnerable, el motociclista continuaba siendo precavido al conducir y los demás vecinos aprendieron también valiosas lecciones sobre convivencia y cuidado mutuo en comunidad.

Y así, gracias a esa experiencia inesperada pero reveladora para todos los involucrados, aquel cruce de calles se convirtió en un punto emblemático donde las personas recordaban con cariño cómo pequeños gestos pueden marcar grandes diferencias en nuestras vidas.

Y colorín colorado este cuento solidario ha terminado.

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