La Lección de la Chismosa
En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía una niña llamada Lara. Lara era conocida por ser muy chismosa. Siempre estaba corriendo de casa en casa, compartiendo las últimas novedades, ya sea verdad o no. Un día, mientras jugaba en la plaza, escuchó a un grupo de vecinos hablando sobre un nuevo vecino que acababa de mudarse.
"Dicen que la nueva familia trae consigo una gallina que pone huevos de colores", comentó Sofía, una amiga de Lara.
"¡Eso suena increíble!", respondió Lara sin pensarlo dos veces. "Voy a contárselo a todos".
Y así lo hizo. Lara corrió por el barrio, asegurando a todos que iba a haber una gallina mágica.
Sin embargo, cuando el nuevo vecino, el señor Martín, salió a la calle, se le acercó un grupo curioso de niños:
"¡Hola, señor Martín! ¿Es cierto que tiene una gallina que pone huevos de colores?" preguntó uno de los chicos.
"No, chicos, eso no es cierto. No tengo ninguna gallina, mucho menos una que ponga huevos de colores", contestó el señor Martín con una sonrisa.
Lara se sintió avergonzada. Ella era la responsable de esa confusión. Después de escuchar al señor Martín, decidió visitar a su abuela, quien siempre tenía buenos consejos.
"Abuela, tengo un problema. Conté algo que no era verdad y ahora me siento mal", dijo Lara.
"Querida, el chisme puede causar problemas. a veces, las palabras pueden volar muy lejos y hacen daño. ¿Por qué no te acerques al señor Martín y le pides disculpas?", le sugirió la abuela.
Al principio, a Lara le daba miedo, pero sabía que era lo correcto. Entonces, al día siguiente, decidió enfrentar sus miedos. Se acercó al señor Martín en su casa y, con un nervioso titubeo, le dijo:
"Señor Martín, lamento mucho lo que dije. No era verdad y no debería haberlo contado. Me gustaría disculparme".
El señor Martín la miró con amabilidad.
"Te agradezco mucho que hayas venido a hablar conmigo, Lara. Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos. Si alguna vez sientes que tienes algo que contar, asegúrate de que sea verdad", le respondió.
Desde ese día, Lara decidió que quería ser una mejor amiga y vecina. Aprendió que los chismes pueden lastimar los sentimientos de las personas y, con el tiempo, se convirtió en una niña más respetuosa.
Ahora, en lugar de correr por el barrio contando historias inventadas, Lara empezó a organizar juegos y actividades en la plaza, unificando a los niños en el barrio. Contaba historias, pero siempre asegurándose de que fueran verdaderas y divertidas.
Así, el barrio se llenó de risas y amistad, gracias a su cambio de actitud.
Lara comprendió que la verdad, la amabilidad y la comunidad son mucho más valiosas que cualquier chisme.
Y aunque su aventura comenzara con un error, terminó convirtiéndose en una hermosa lección para todos en el barrio.
FIN.