La lección de la maestra Lili
En la escuela de Sol y Luna, la maestra Lili era muy querida por todos los niños. Siempre estaba alegre y dispuesta a enseñarles cosas nuevas, pero un día algo cambió.
Algunos niños de tercero de primaria, como Tomás, Laura y Mateo, empezaron a comportarse mal en clase. No hacían caso a las explicaciones de la maestra, hablaban cuando no debían y hasta se reían mientras ella intentaba enseñarles. La maestra Lili se sentía muy triste y desanimada.
Un día, durante la hora del recreo, la maestra Lili se sentó en un banco del patio con el corazón lleno de preocupación. En ese momento, Sofía, una niña muy aplicada y responsable, se le acercó y le preguntó qué le pasaba.
Lili le contó lo mal que se sentía por el comportamiento de algunos niños en clase. Sofía, con su sabiduría y bondad, le sugirió a la maestra que hablara con los niños y les contara cómo se sentía.
Al día siguiente, la maestra Lili reunió a todos en círculo y les dijo:
- Chicos, necesito contarles algo importante. Estoy muy triste por cómo se están portando en clase.
No es justo para los que sí quieren aprender y trabajar en paz. Me siento desanimada y necesito su ayuda para que las clases sean divertidas y productivas de nuevo. Los niños se miraron entre sí, sintiendo un poco de remordimiento por su mal comportamiento.
Una a una, la maestra Lili escuchó sus disculpas y les recordó lo mucho que los apreciaba. A partir de ese momento, los niños cambiaron su actitud en clase. Escuchaban atentamente, participaban con entusiasmo y se esforzaban por hacer reír a la maestra Lili con sus ocurrencias.
La tristeza de la maestra se convirtió en alegría de nuevo, y juntos disfrutaron de aprender cosas nuevas cada día.
Desde entonces, la maestra Lili supo que podía contar con sus pequeños amigos y ellos aprendieron que el respeto y la amabilidad hacen de la escuela un lugar maravilloso.
FIN.