La lección de la mariposa
Había una vez en el campo un pollito llamado Panchito y un gusanito llamado René. Ambos vivían cerca uno del otro, pero no se llevaban para nada bien.
Un día, mientras Panchito picoteaba semillas en el suelo, René pasó arrastrándose y sin querer levantó tierra que cayó sobre las plumas de Panchito. -¡Eh, cuidado gusanito! ¿No ves por dónde vas? -exclamó molesto Panchito. -Lo siento, pollito. No fue mi intención -se disculpó René.
Pero las palabras ya estaban dichas y ambos comenzaron a insultarse sin parar. El pollito decía cosas como "gusano sucio" y el gusanito respondía con "ave tonta". La pelea continuó durante días, cada vez con insultos más hirientes y desagradables.
Un día, cansados de tanto odio y enojo, una mariposa sabia llamada Margarita se acercó a ellos. Tenía alas de colores brillantes y ojos amables que transmitían paz. -¿Por qué se insultan tanto? -preguntó la mariposa con voz suave.
-Porque este gusano no sabe respetar mi espacio -respondió Panchito con molestia. -Y este pollito siempre me trata mal sin razón -agregó René con tristeza.
Margarita los miró fijamente por un momento antes de hablar nuevamente: -Les propongo un juego para solucionar sus diferencias. Deberán cumplir tres desafíos juntos antes del atardecer para aprender a valorarse mutuamente y dejar atrás los rencores.
¿Aceptan? Panchito y René se miraron dudando al principio, pero luego asintieron en silencio aceptando el reto propuesto por la sabia mariposa. El primer desafío consistía en encontrar juntos comida para compartir. Así que Panchito ayudó a buscar semillas más grandes para él mientras René buscaba hojas verdes jugosas para su amigo gusano.
A medida que colaboraban, empezaron a notar lo útiles que podían ser el uno para el otro. El segundo desafío era construir un refugio donde pudieran protegerse juntos de la lluvia que se avecinaba.
Trabajaron arduamente utilizando las plumas del pollito y la habilidad excavadora del gusanito. Al finalizar, se dieron cuenta de lo mucho que podían lograr si trabajaban en equipo.
Para el tercer desafío tenían que ayudar a una familia de pajaritos perdidos a encontrar su camino de regreso al nido. Panchito guiaba desde arriba con su vista aguda mientras René exploraba bajo tierra buscando pistas de dirección. Después de recorrer senderos desconocidos lograron llevarlos sanos y salvos hasta su hogar.
Al caer la tarde, exhaustos pero felices por haber completado los desafíos juntos, Panchito y René regresaron donde Margarita esperaba pacientemente. -¡Lo lograron! Estoy muy orgullosa de ustedes dos -dijo la mariposa sonriendo-.
Han demostrado que es posible dejar atrás las diferencias cuando se trabaja en equipo y se valora al otro como parte importante del camino compartido en esta vida. PanchitoyRenésemiraronmutuamenteysonrieroncomprendiendoeldetalledeestapoderosaliecciónaprendida. Trasunabrazodeamistadyuncompromisodecuidarseelunolotro, juraronnuncamásinsultarseniyformarojuntoalmaravillosotriodelcampoqueduraríaentrelazadoporsiemprejamás.
FIN.