La lección de la paciencia



Había una vez en la sabana africana un grupo de suricatos muy curiosos y traviesos. Entre todos ellos, se destacaba Manchitas, un suricato impaciente que siempre quería que las cosas sucedieran rápidamente.

Un día, mientras buscaban comida, Manchitas vio a lo lejos un árbol frondoso con deliciosas frutas en sus ramas. Sin pensarlo dos veces, decidió correr hacia allí para ser el primero en probarlas.

Sus amigos, más cautos y pacientes, le advirtieron:- ¡Manchitas, espera! No sabemos si es seguro o si esas frutas son buenas para comer. Pero el impaciente suricato no escuchó y siguió corriendo hacia el árbol. Al llegar, comenzó a comer las frutas con ansias mientras los demás lo observaban desde lejos.

De repente, Manchitas sintió un fuerte dolor de estómago y cayó al suelo retorciéndose. Los otros suricatos se acercaron rápidamente para ayudarlo y lo llevaron de vuelta a la madriguera.

Mientras se recuperaba, Manchitas reflexionaba sobre su falta de paciencia y cómo esa actitud lo había llevado a una situación peligrosa. - Lo siento mucho amigos -dijo avergonzado-. Me di cuenta de que mi impaciencia me metió en problemas.

A partir de ahora trataré de ser más paciente y escuchar sus consejos antes de actuar impulsivamente. Sus amigos asintieron con una sonrisa comprensiva y decidieron ayudar a Manchitas a practicar la paciencia en diferentes situaciones.

Jugaron juegos donde debían esperar su turno, buscaron comida juntos sin apresurarse y aprendieron a disfrutar del momento presente sin preocuparse por el futuro. Con el tiempo, Manchitas se volvió más tranquilo y paciente.

Aprendió a valorar la importancia de pensar antes de actuar y cómo la paciencia podía traer mejores resultados que la prisa desmedida. Un día, cuando estaban nuevamente buscando comida en la sabana, encontraron un árbol lleno de frutas maduras pero rodeado por unos grandes pájaros rapaces.

Esta vez, Manchitas respiró hondo y recordó todo lo que había aprendido sobre ser paciente. - Chicos -dijo con calma-, podemos esperar aquí escondidos hasta que los pájaros se vayan o buscar otra fuente de alimento sin arriesgarnos. Todos asintieron y siguieron el plan propuesto por Manchitas.

Después de un rato largo pero seguro, lograron disfrutar las deliciosas frutas del árbol sin ningún peligro gracias a su paciencia y trabajo en equipo.

Desde ese día en adelante, los suricatos comprendieron que la paciencia era una virtud invaluable que les permitía tomar decisiones sabias y enfrentar desafíos con tranquilidad. Y cada vez que veían a Manchitas esperando con calma junto a ellos recordaban la importante lección aprendida: "La paciencia es clave para alcanzar nuestros objetivos".

FIN.

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