La Lección de la Presumida



En la Escuela Primaria Arcoíris, había una niña llamada Valentina, conocida por todos como Valen. Valen tenía una gran cantidad de vestidos elegantes y zapatos brillantes, y siempre se aseguraba de que todos lo supieran. Le encantaba presumir sobre sus cosas nuevas y era la primera en preguntar:

"¿Vieron mi nuevo vestido de lentejuelas? ¡Es el más hermoso del mundo!" - decía mientras giraba sobre sí misma para mostrarlo a sus compañeros.

Sin embargo, a pesar de su popularidad, Valen no tenía muchos amigos cercanos. A menudo, los otros niños se sentían intimidados por su manera de ser, y a veces se sentaban a jugar lejos de ella. Un día, en el recreo, Valen se sentó sola, observando cómo sus compañeros jugaban a la pelota.

"¿Por qué no vienen a jugar conmigo?" - preguntó Valen con un puchero.

"Es que… no queremos jugar a lo de tu vestido. Eso no parece muy divertido" - respondió Tomi, un niño del grupo.

Valen sintió que una pequeña punzada la golpeaba en el corazón. Se quedó mirando por unos momentos antes de marcharse. Pero algo pasó esa tarde. Mientras Valen volvía a casa, una fuerte tormenta se desató, y ella corrió rápido hacia su hogar. Al llegar, encontró su casa llena de gente: su abuela había venido a visitarla y cuando Valen vio el rostro de su abuela, se le iluminó el rostro.

"¡Abuela! ¡Qué sorpresa!" - exclamó mientras corría hacia ella.

"Valentín, cariño, mira lo que te traje" - dijo la abuela, sacando de su bolso un juego de cartas viejo.

Valen, emocionada, olvidó sus vestidos y zapatos brillantes. Juntas, empezaron a jugar con las cartas, creando diferentes historias. La abuela, con su sabiduría y ternura, le enseñó a Valen cómo contar historias y usar su imaginación.

Al día siguiente, Valen llegó a la escuela con una nueva perspectiva. En lugar de hablar sobre su vestido, decidió compartir las historias que había creado con su abuela.

"Chicos, ¿saben qué? Ayer jugué a contar historias con mi abuela, y es muy divertido. ¿Les gustaría escuchar una?" - preguntó Valen emocionada.

Los ojos de sus compañeros se iluminaron. "Sí, por favor, Valen, cuéntanos" - pidió Mica.

Valen comenzó a relatar historias de aventuras en un bosque encantado, con animales mágicos y princesas valientes. Cada vez que la historia se tornaba emocionante, todos se acercaban más.

Así fue como Valen se convirtió en la narradora del salón. Poco a poco, sus compañeros empezaron a sentirse más cómodos con ella. Valen dejó de lado su actitud presumida y comenzó a interesarse por las historias y habilidades de los demás. Pero un día, Valen se dio cuenta de que había un grupo de niños haciendo una obra teatral.

"¿De qué se trata?" - preguntó, un poco curiosa.

"Estamos preparando una obra de teatro y nos gustaría que todos participen. Tienes muchas ideas, Valen. ¿Te gustaría ser parte de esto?" - dijo Julieta.

Valen, sorprendida y emocionada, aceptó. "Claro, ¡me encantaría!"

Trabajaron juntos, mezclando sus ideas y creando un espectáculo increíble. Valen, al aprender a colaborar y dejar de lado su presumida apariencia, se dio cuenta de que la verdadera felicidad se encuentra en las amistades y en compartir momentos especiales con los demás.

El día de la presentación, los padres y otros estudiantes llegaron a ver el espectáculo. Valen, con su brillo de felicidad, no usó su vestido de lentejuelas ese día, sino una camiseta sencilla y un pantalón cómodo, que le permitía moverse libremente.

Cuando todo terminó, los aplausos resonaron en la sala. Valen sintió una gran satisfacción, pero no por ser la más bonita, sino por haber podido hacerlo con sus nuevos amigos. Desde ese día, Valen aprendió que la verdadera belleza radica en la amabilidad y la bondad, y que compartir su tiempo y su alegría con los demás era mucho más importante que cualquier vestido.

Y así, Valentina comprendió que, al final, la amistad era el tesoro más grande de todos.

FIN.

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