La lección de la señorita Laura



Era una mañana soleada en la escuela primaria El Amanecer, donde un grupo de amigos, Lautaro, Jimena, Nicolás y Sofía, se sentaban siempre juntos. Eran muy buenos para hacer tareas de manera rápida, pero tenían un pequeño secreto: preferían usar Internet y herramientas de inteligencia artificial para completar sus trabajos en lugar de hacer el esfuerzo de pensar por sí mismos.

"¿Listos para la exposición de hoy?" - preguntó Lautaro, moviendo un lápiz de un lado a otro.

"Claro, ya subí la presentación en PowerPoint que armé con la IA" - contestó Jimena con una sonrisa.

"Yo hice lo mismo, es súper fácil" - asintió Nicolás.

"Pero, ¿y qué pasa si les preguntan algo que no esté en las diapositivas?" - se preocupó Sofía.

"No importa, nadie nos hará preguntas difíciles" - los tranquilizó Lautaro.

Y así fue como empezaron la clase, seguros de que todo saldría bien, como siempre. Días después, la escuela recibió a una nueva maestra, la señorita Laura, quien era conocida por su pasión por la educación y su enfoque moderno. Desde el primer día, se dio cuenta de que los niños no participaban tanto en las clases.

"Hola chicos, soy la señorita Laura y estoy muy emocionada de aprender con ustedes" - les dijo con una gran sonrisa.

"¡Hola!" -respondieron a medias, un tanto desinteresados.

Durante las primeras semanas, la señorita Laura propuso diferentes actividades: juegos grupales, debates y tareas creativas. Sin embargo, los chicos siempre se las ingeniaban para mantener su estrategia de depender de Internet. Un día, la maestra asignó un trabajo más complicado, algo que no se podía resolver solo con copiar y pegar.

"Quiero que investiguen sobre el medioambiente, pero deben presentar sus propios argumentos y reflexiones sobre lo que descubran" - dijo la señorita Laura con entusiasmo.

"¡Ay no! Esto se puso complicado" - exclamó Nicolás, mirando a los demás.

"Tranquilos, podemos buscar en Internet alguna solución rápida" - sugirió Lautaro.

Pasaron las horas y finalmente, al presentar, la señorita Laura empezó a hacer preguntas inesperadas.

"Jimena, ¿puedes explicarme por qué eligieron ese tema?" - le preguntó.

"Eh… porque lo vimos en un sitio web..." - tartamudeó Jimena, nerviosa.

"Y, Nicolás, ¿qué opinas sobre..." - siguió la maestra.

"No lo sé… no estaba en nuestras notas" - se encogió Nicolás.

La señorita Laura se percató de que los chicos no estaban preparados, y eso la llevó a reflexionar y enseñarles una gran lección sobre la honestidad. Esa misma tarde, convocó a todos a una charla.

"Chicos, quiero hablar con ustedes sobre un tema muy importante. ¿Alguna vez se sintieron orgullosos de algo que no fue totalmente suyo?" - comenzó la maestra.

"No sé de qué hablas, maestra" - dijo Sofía, intentando evadir la mirada de Laura.

"Piensen en cómo se sienten cuando ponen esfuerzo, aunque cueste. La honestidad es un valor fundamental que los ayuda a crecer y aprender. A veces, podemos tomar el camino fácil, pero eso no nos lleva a ser los mejores que podemos ser" - continuó la señorita Laura.

Los chicos comenzaron a mirar al piso, dándose cuenta de que su enfoque no los había llevado a aprender nada útil.

"¿Y cómo hacemos para cambiar eso?" - preguntó Jimena con sinceridad.

"Claro que pueden cambiarlo. La próxima vez que tengan una tarea, busquen información, discutan entre ustedes y creen algo original. Les prometo que se sentirán más satisfechos con el resultado" - les instó la maestra con amabilidad.

Inspirados por la charla, el grupo decidió afrontar los desafíos de otra manera. Para la siguiente tarea, a pesar de los nervios, se sentaron a investigar juntos, a conversar y a construir sus propias ideas. Después de un esfuerzo conjunto, pudieron presentar un proyecto que realmente les pertenecía.

"¡Lo logramos! Esto se siente bien" - exclamó Sofía, llena de alegría al ver la reacción de la señorita Laura.

"Exactamente, buena onda chicos, ¿no?" - dijo Nicolás, emocionado.

La maestra aplaudió al final de la presentación y les dio su apoyo.

"Estoy muy orgullosa de ustedes. Noté la diferencia y eso es lo que las fuerzas humanas son capaces de hacer. No olviden que ser honesto con uno mismo les brinda más valor que cualquier otra cosa" - finalizó la señora Laura con una sonrisa.

Desde ese día, los amigos aplicaron lo aprendido a sus futuras tareas y proyectos. Se sintieron empoderados, y comprendieron que el esfuerzo y la honestidad siempre sería la mejor respuesta. La señorita Laura no solo les enseñó sobre el medioambiente, sino que les dejó una huella imborrable sobre la importancia de la honestidad y el trabajo en equipo.

Y así, su año escolar se convirtió en una aventura de aprendizaje constante,

con risas, desafíos y mucho orgullo por lo que lograban juntos.

FIN.

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