Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina dos niñas muy traviesas llamadas Sofía y Valentina.
Les encantaba jugar y divertirse juntas, pero lo que no les gustaba para nada era hacer la tarea de la escuela.
Un día, el maestro Pablo les dio una tarea muy importante: tenían que investigar sobre los animales de la selva y preparar una presentación para compartir con sus compañeros al día siguiente.
Pero Sofía y Valentina, en lugar de ponerse a trabajar, decidieron ir a jugar al río sin preocuparse por la tarea.
Al regresar a casa esa tarde, las niñas se dieron cuenta de que se les había hecho tarde y aún no habían empezado con la tarea.
Estaban asustadas porque sabían que el maestro Pablo esperaría su presentación al día siguiente.
-¡Ay, Valentina!
¿Qué vamos a hacer?
No hicimos la tarea!
-exclamó Sofía preocupada.
-Tranquila, Sofi.
Si nos ponemos las pilas ahora mismo, podemos terminarla antes de dormir -dijo Valentina tratando de calmarla.
Las dos niñas se sentaron frente a sus libros y comenzaron a investigar sobre los animales de la selva.
A medida que leían, se sorprendían con toda la información interesante que encontraban y se emocionaban por preparar su presentación.
Después de unas horas trabajando duro, finalmente terminaron su tarea justo antes de irse a dormir.
Estaban agotadas pero felices de haberlo logrado.
Al día siguiente en clase, cuando llegó el momento de las presentaciones, Sofía y Valentina subieron al frente del salón con nerviosismo pero también con orgullo por el trabajo realizado.
Comenzaron a hablar sobre los diferentes animales de la selva con tanta pasión y entusiasmo que todos sus compañeros estaban fascinados.
El maestro Pablo escuchaba atentamente y no podía creer lo bien que lo estaban haciendo Sofía y Valentina.
Al finalizar su presentación, las aplaudió junto con toda la clase.
-¡Bravo chicas!
Estoy muy orgulloso del esfuerzo que pusieron en esta tarea.
Han demostrado que cuando se comprometen pueden lograr grandes cosas -dijo el maestro Pablo sonriendo.
Desde ese día, Sofía y Valentina aprendieron una gran lección: la importancia del esfuerzo y la responsabilidad en todo lo que hacemos.
Nunca más volvieron a dejar una tarea para última hora y siempre dieron lo mejor de sí en cada proyecto escolar.
Y así, las dos amigas siguieron creciendo juntas, enfrentando nuevos desafíos con valentía y determinación, recordando siempre aquel día en el que descubrieron lo gratificante que puede ser cumplir con nuestras responsabilidades.