La lección de Lili


Había una vez en un pequeño pueblo pesquero llamado Puerto Azul, una niña llamada Lili. Vivía con su familia en una acogedora casita cerca del mar. Lili era muy curiosa y siempre tenía mil preguntas en su cabecita.

Un día, mientras ayudaba a su abuela Rosa a cocinar unas ricas empanadas de pescado, Lili le preguntó: "Abuelita, ¿qué es la ética? He escuchado esa palabra pero no sé qué significa".

La abuela Rosa sonrió y le dijo: "¡Oh, querida Lili! La ética son las reglas que nos guían para saber qué está bien y qué está mal hacer. Son como brújulas que nos indican el camino correcto a seguir". Lili frunció el ceño, tratando de comprender mejor.

Su abuela continuó: "Los valores éticos son principios como la honestidad, la solidaridad, el respeto y la responsabilidad. Nos ayudan a ser buenas personas y a tratar a los demás con amor y bondad". Lili asintió con interés.

Desde ese día, cada tarde después de la escuela, su abuela le enseñaba sobre diferentes valores humanos.

Le contaba historias de personas valientes que luchaban por la justicia, o de amigos leales que se apoyaban en los momentos difíciles. Un día, mientras caminaban por la playa al atardecer, vieron a un grupo de niños burlándose de un pescador anciano porque no pescaba tantos peces como antes.

Lili sintió tristeza en su corazón al ver cómo hacían sentir mal al señor Pedro. —"Abuelita" , dijo Lili con determinación, "creo que debemos ayudar al señor Pedro. No está bien burlarse de él". La abuela Rosa asintió orgullosa y juntas se acercaron al anciano pescador para ofrecerle ayuda.

El señor Pedro les contó lo difícil que había sido para él atrapar peces últimamente debido a problemas en su barca.

Lili tuvo una idea brillante y propuso organizar una jornada de limpieza en la playa para arreglar la vieja embarcación del señor Pedro entre todos los habitantes del pueblo. Pronto, gracias a la colaboración y solidaridad de todos, el barco quedó como nuevo y el señor Pedro pudo volver a pescar con éxito.

Los niños que antes se burlaban ahora lo admiraban por su valentía y perseverancia. Desde ese día, Lili comprendió aún más el valor de la ética y los valores humanos.

Se dio cuenta de lo importante que era ser buena persona y ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Y así, entre risas y aprendizajes junto a su abuela Rosa, Lili siguió creciendo feliz en Puerto Azul siendo un ejemplo vivo de bondad y comprensión para todos los habitantes del pueblo.

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