La lección de Lucas



Había una vez un niño llamado Lucas, que era muy talentoso en todo lo que hacía. Ya sea en deportes, juegos de mesa o incluso en la escuela, siempre lograba destacarse y ganar.

Pero había algo que no estaba bien con Lucas: su actitud poco humilde. Cuando ganaba, se burlaba y se reía de sus amigos. "¡Ja! ¡Soy el mejor!" exclamaba mientras se pavoneaba por el patio de la escuela.

Sus amigos intentaban no prestarle atención, pero a veces resultaba difícil ignorarlo. Un día, durante el torneo anual de fútbol de la escuela, Lucas estaba seguro de que su equipo ganaría como siempre.

Estaba tan confiado en sí mismo que incluso apostó con sus amigos diciendo: "Si mi equipo pierde, les daré todos mis juguetes". Todos aceptaron emocionados por la posibilidad de obtener nuevos juguetes. El partido comenzó y Lucas dominó el campo desde el principio.

Anotó varios goles y su equipo tenía una ventaja considerable. Se burló de los jugadores del otro equipo y miró a sus amigos riendo sin parar.

Sin embargo, cuando quedaban solo unos minutos para terminar el partido, ocurrió algo inesperado: el equipo contrario marcó un gol tras otro hasta alcanzar un empate. El árbitro pitó el final del partido y ambos equipos celebraron el resultado. Lucas estaba atónito al darse cuenta de que había perdido la apuesta y tendría que cumplir su promesa.

Caminó hacia donde estaban sus amigos esperándolo con una sonrisa maliciosa en sus rostros. "Aquí están tus juguetes", dijo Lucas mientras les entregaba una bolsa llena de ellos.

Pero para su sorpresa, ninguno de sus amigos se rió ni mostró alegría. En cambio, lo miraron con seriedad y uno de ellos dijo: "Lucas, ganar no es lo más importante en la vida. Lo que importa es divertirse y disfrutar del juego junto a nuestros amigos".

Las palabras resonaron en el corazón de Lucas. Nunca antes había pensado en eso. Había estado tan obsesionado con ganar que había olvidado el verdadero significado de la amistad y el compañerismo. Desde ese día, Lucas cambió por completo su actitud.

Aprendió a ser humilde y a valorar las habilidades y logros de los demás. Ya no se burlaba cuando ganaba ni se enfadaba cuando perdía.

En lugar de eso, animaba a sus amigos sin importar si estaban ganando o perdiendo. Descubrió que la felicidad no estaba en vencer a otros, sino en compartir momentos especiales juntos. Con el tiempo, Lucas se convirtió en un gran amigo para todos los niños de su escuela.

Aprendió que la verdadera victoria está en ser amable, generoso y respetuoso hacia los demás.

Y así fue como Lucas dejó atrás su actitud poco humilde y encontró una nueva forma de disfrutar del juego: compartiendo risas, alegrías y aprendizajes con sus amigos para siempre. Fin

FIN.

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