La lección de Luis



Era un día soleado en la obra, y Luis, un aprendiz lleno de energía, estaba ansioso por empezar su jornada. Mirando a su alrededor, se veía a los trabajadores con cascos, chalecos y botas. A pesar de ello, él llevaba unos zapatos viejos que apenas le cubrían los pies. Carlos, un veterano de la construcción, pasó a su lado y le sonrió.

"¿Listo para un día de trabajo, Luis?", le preguntó Carlos.

"¡Sí, Carlos! Voy a aprender mucho hoy!" respondió Luis entusiasmado.

Mientras todos empezaban a trabajar, Luis se sintió un poco apurado. Quería mostrar lo competente que era, así que decidió no prestar mucha atención a las recomendaciones sobre seguridad que siempre escuchaba de Carlos.

Sin embargo, en un momento, mientras levantaba una tabla, dio un paso atrás y sin querer pisó un clavo que había quedado en el suelo. Todas las miradas se dirigieron hacia él cuando escuchó un grito que resonó en la obra.

"¡Ay, mi pie!" exclamó Luis, mientras se arrodillaba, sosteniéndose el tobillo.

Carlos, que estaba cerca, no dudó en acercarse rápidamente.

"¡Luis! ¿Estás bien?" dijo Carlos, preocupado mientras lo ayudaba a levantarse.

"No sé, me duele mucho, creo que me lastimé."

Carlos lo llevó a un lugar seguro y le limpió la herida con cuidado.

"Escuchame, pibe. Esto es una lección importante. Tu pie podría haber estado más protegido si hubieses tenido las botas adecuadas. La seguridad en la obra es fundamental. Cada clavo, cada herramienta cuenta. Si no nos cuidamos, podrían pasar cosas peores." explicó Carlos, mientras trataba la herida.

Luis, aunque lamentaba lo sucedido, escuchó atentamente cada palabra de su compañero. Estaba decidido a aprender de su error.

Con el tiempo, Luis empezó a mostrar un cambio. Cada vez que veía a sus compañeros usar los elementos de seguridad, se aseguraba de imitar lo que hacían. Siempre llevaba su casco, sus guantes, y sobre todo, unas botas nuevas para proteger sus pies.

Un año después, un grupo de nuevos aprendices llegó a la obra. Luis sintió que era su momento de compartir lo que había aprendido y la historia que había vivido.

Un día, mientras tomaban un descanso, se acercó a ellos y les dijo:

"Chicos, quiero contarles algo. Hace un tiempo me lastimé el pie por no usar botas adecuadas. Creanme que duele. Gracias a Carlos, aprendí lo importante que es cuidar de nosotros mismos. Siempre, siempre, utilicen protección."

Los chicos lo miraron con curiosidad, escuchando atentamente su historia.

"Yo quiero que cada uno de ustedes regrese a su casa sanos y salvos. El trabajo puede ser divertido, pero no podemos olvidarnos de la seguridad. No se olviden de mirar a su alrededor y estar siempre alertas. Cada clavo, cada herramienta cuenta y, al final, eso es lo que nos ayudará a trabajar bien y sin lesiones." concluyó Luis.

Los nuevos aprendices asintieron, y algunos hasta comenzaron a preguntarle más sobre cómo protegerse en la obra. Luis se sintió orgulloso de poder contribuir y, por supuesto, había aprendido una valiosa lección que nunca olvidaría.

Desde ese día, el ambiente en la obra cambió. Todo el mundo empezó a prestarle más atención a la seguridad, y juntos, se convirtieron en un equipo más fuerte y unido.

Así, Luis no solo se volvió más cuidadoso, sino que también fue un gran ejemplo para todos. La lección de la importancia de la seguridad se transformó en una historia que se contaba de generación en generación entre los trabajadores de la construcción, siempre recordando a todos que lo más importante es volver a casa sanos y salvos.

Y así, cada vez que un aprendiz comenzaba su camino en la obra, Luis estaba allí, listo para contar su historia, porque nunca se sabe cuándo alguien necesita escuchar una lección tan importante.

FIN.

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