La lección de Manuel y Sheila
Había una vez en un hermoso jardín, dos amigos llamados Manuel y Sheila. Les encantaba jugar juntos al aire libre y disfrutar del sol brillante. Un día, mientras jugaban en el patio, Manuel se emocionó tanto que, sin darse cuenta, ¡mordió a Sheila!
Sheila sintió un dolor agudo y lágrimas brotaron de sus ojos. Manuel se asustó al ver a su amiga llorar.
-'¡Ay, Sheila! Lo siento mucho, no quería lastimarte.'
-'¡Me hiciste mucho daño, Manuel! No se debe morder a nadie, eso es muy malo', respondió Sheila entre sollozos.
Manuel se sintió triste y arrepentido. Él no entendía por qué su impulso lo llevó a actuar de esa forma. Pero en ese momento, una mariposa colorida revoloteando cerca de ellos captó su atención. Era hermosa y delicada, y volaba libremente. La miraron con admiración y se dieron cuenta de que no querían lastimar a nadie, así como no querían lastimar a la mariposa.
-'Tienes razón, Sheila. Lo siento mucho. No volveré a morderte ni a lastimarte. Prometo controlar mis impulsos y ser más amable', dijo Manuel con determinación.
Sheila, entre sollozos, asintió con la cabeza. Después de un rato, los dos amigos se abrazaron y se perdonaron. Sheila le explicó a Manuel que usar palabras para expresar sus sentimientos es mucho mejor que usar la violencia.
-'A veces, cuando estamos enojados o emocionados, podemos cometer errores. Pero es importante pensar antes de actuar y recordar que lastimar a otros no está bien', dijo Sheila con ternura.
Desde ese día, Manuel aprendió la importancia de controlar sus impulsos y ser amable con sus amigos. Jugaron juntos sin pelear, cuidando de la mariposa y apoyándose mutuamente. Los dos amigos siempre recordaron esa lección: el respeto y la bondad son fundamentales en una amistad.
FIN.