La lección de Martín y la pelota mágica


Había una vez en un barrio muy alegre, un niño llamado Martín que tenía una pelota de fútbol con la que jugaba todos los días en el parque.

La pelota de Martín era mágica, cada vez que la pateaba rebotaba tan alto que parecía tocar el cielo. Un día soleado, Martín fue al parque como de costumbre para jugar con su querida pelota.

Sin embargo, cuando la pateó con todas sus fuerzas, algo extraño sucedió: la pelota no rebotó y cayó al suelo como si estuviera triste.

Martín se acercó preocupado y le preguntó:- ¿Qué te pasa, amiguita? ¿Por qué ya no botes? La pelota no respondió y Martín decidió llevarla a casa para cuidarla y averiguar qué le ocurría. Al llegar a su habitación, observó detenidamente la pelota y notó que tenía un pequeño agujero por donde escapaba el aire. Entonces entendió lo que pasaba: su amiga estaba desinflada.

Martín buscó una bomba de aire y comenzó a inflar la pelota con mucho cuidado. Después de unos minutos, la pelota recuperó su forma y parecía lista para volver a jugar.

Martín sonrió emocionado y le dijo:- ¡Listo! Ahora estás como nueva, vamos al parque a demostrarle a todos lo alto que puedes rebotar. Juntos regresaron al parque y Martín pateó la pelota con fuerza una vez más.

Para sorpresa de todos los presentes, la pelota volvió a rebotar más alto que nunca antes. Los niños del parque se acercaron asombrados y empezaron a pedirle a Martín que les enseñara cómo lograba hacerlo. Martín les explicó la importancia de cuidar sus juguetes para mantenerlos siempre en buen estado.

Les recordó que aunque las cosas puedan fallar alguna vez, siempre hay una solución si nos esforzamos por encontrarla. Desde ese día, todos los niños aprendieron a valorar sus juguetes y a no rendirse ante los problemas.

Y así, gracias al amor y cuidado de Martín, la pelota volvió a ser la estrella del parque y enseñó una gran lección sobre perseverancia y trabajo en equipo.

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