La lección de Martina


Había una vez en un bosque encantado, una veloz liebre llamada Lucas y una tortuga perseverante llamada Martina.

Lucas siempre se jactaba de ser el animal más rápido del bosque, mientras que Martina era conocida por su determinación y constancia. Un día, Lucas retó a Martina a una carrera. Todos los animales del bosque se emocionaron y decidieron ser espectadores de tan esperado evento. La carrera comenzó y, como era de esperarse, Lucas tomó la delantera rápidamente.

Saltaba ágilmente entre los árboles mientras que Martina avanzaba lentamente pero sin detenerse. El sol estaba en lo alto cuando llegaron a la mitad del recorrido.

Lucas, confiado en su velocidad, decidió separarse para descansar un rato a la sombra de un frondoso árbol. Mientras tanto, Martina seguía adelante paso a paso sin rendirse.

Pasaron las horas y la liebre seguía descansando plácidamente bajo el árbol, seguro de que alcanzaría fácilmente a la tortuga más adelante en el camino. Pero lo que no sabía era que Martina había tomado la delantera y continuaba avanzando con firmeza hacia la meta.

Al atardecer, cuando Lucas decidió continuar con la carrera, se llevó una sorpresa al darse cuenta de que ya no podía ver a Martina por ningún lado. Comenzó a correr desesperadamente tratando de alcanzarla, pero ya era demasiado tarde. Finalmente, al llegar a la meta exhausto y derrotado, vio a Martina sonriente esperándolo allí.

Todos los animales del bosque estallaron en aplausos por semejante hazaña de la tortuga. "¡Felicidades Martina! ¡Eres todo un ejemplo de perseverancia y determinación!" - exclamó Lucas entre jadeos. "Gracias Lucas.

Esta carrera nos ha enseñado que la velocidad no siempre garantiza el éxito. A veces es mejor avanzar paso a paso con constancia y nunca rendirse ante los obstáculos. " - respondió amablemente Martina.

Desde ese día, Lucas aprendió una valiosa lección gracias a su amiga tortuga: no importa cuán rápido seas si te detienes o te confías en exceso; lo importante es seguir adelante con determinación y nunca perder el rumbo hacia tus metas.

Y así, en aquel bosque encantado resonó por mucho tiempo la historia de cómo la veloz liebre aprendió que hay cosas más importantes que la velocidad: la perseverancia y la determinación pueden llevarte más lejos de lo que jamás imaginaste.

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