La lección de Mewing y Chica


Había una vez en un bosque encantado, donde vivían distintos animales que se llevaban muy bien entre sí. Había conejos saltarines, ardillas traviesas y pájaros cantores.

Pero también vivía Mewing, una gata presumida y algo engreída que siempre se burlaba de los demás animales. Un día, mientras paseaba por el bosque con aires de superioridad, Mewing se topó con Chica, una ratoncita muy simpática y amigable.

Chica estaba reagarrando semillas para su familia cuando la gata se le acercó con una sonrisa burlona en el rostro. "¡Hola, ratoncita! ¿Qué haces tan ocupada por aquí? Seguro estás buscando comida para tu pequeña barriga", dijo Mewing con tono sarcástico.

Chica levantó la mirada y respondió con amabilidad: "Sí, estoy recolectando semillas para mi familia. Todos debemos colaborar en casa para tener suficiente alimento". Mewing soltó una risita despectiva y exclamó: "¡Ja! ¡Qué tarea más insignificante! Yo prefiero cazar pájaros o jugar con las mariposas.

Eso sí es divertido y emocionante". Chica no se sintió intimidada por los comentarios de Mewing y continuó trabajando sin prestarle atención a sus palabras hirientes.

La ratoncita sabía que cada animal tenía su propia forma de ayudar a la comunidad del bosque, y respetaba las diferencias entre todos ellos. Los días pasaron y Mewing siguió burlándose de Chica cada vez que la veía realizando sus labores diarias.

Sin embargo, algo inesperado ocurrió una tarde soleada mientras Chica estaba buscando bayas maduras en un arbusto cercano al río. De repente, un zorro hambriento salió de entre los matorrales listo para atrapar a la indefensa ratoncita. Chica gritó pidiendo ayuda mientras corría lo más rápido que podía hacia un árbol cercano.

El zorro estaba a punto de alcanzarla cuando Mewing apareció frente a él con determinación en sus ojos. La gata arañó al zorro valientemente hasta lograr ahuyentarlo lejos del lugar donde se encontraba Chica temblando de miedo.

La ratoncita miró sorprendida a Mewing y le dijo con gratitud: "¡Gracias por salvarme! Pensé que iba a ser mi fin". Mewing bajó la guardia por un momento y respondió sinceramente: "No mereces ser lastimada por alguien como él.

A pesar de nuestras diferencias, todos merecen respeto y protección en este bosque". Desde ese día, Mewing dejó de burlarse de Chica y empezó a valorarla como parte importante del ecosistema del bosque.

Ambas aprendieron a respetarse mutuamente y descubrieron que la verdadera grandeza radicaba en ayudarse unos a otros sin importar las apariencias o habilidades particulares.

Y así fue como la gata engreída aprendió una gran lección gracias a la valentía y humildad de una pequeña ratoncita llamada Chica, demostrando que incluso los corazones más duros pueden ablandarse ante el poder del amor y la solidaridad entre todos los seres vivos del bosque encantado.

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