La lección de Vocalosaurio



Había una vez en la tierra de las letras, un lugar mágico donde convivían todas las vocales y consonantes. En este peculiar mundo, cada vocal tenía su propia personalidad y habilidades especiales.

Entre ellas se encontraba la Vocalosaurio, una dinosaurio muy especial que tenía el poder de emitir sonidos vocálicos con gran fuerza y claridad. Sin embargo, la Vocalosaurio tenía un problema: no le gustaba compartir sus vocales con los demás habitantes del mundo de las letras.

Un día soleado, mientras los otros dinosaurios jugaban a formar palabras juntos, llegó la Vocalosaurio al valle de las consonantes. Allí se encontró con sus amigos queriendo formar una palabra nueva. "Hola amigos", saludó la Vocalosaurio con indiferencia.

"¡Hola! Estamos tratando de encontrar una palabra divertida para jugar", respondieron emocionados los demás dinosaurios. La Vocalosaurio observó detenidamente cómo todos compartían sus vocales para construir palabras como —"oso"  o —"casa" . Pero ella no quería ser parte de ese juego.

Quería tener todas las vocales solo para sí misma. "¿Por qué debería compartir mis preciosas vocales? ¡Son solo mías!", exclamó enojada.

"Pero si todos compartimos nuestras letras, podemos crear palabras maravillosas juntos", dijo el Dinoconsonante con tristeza en su voz. Aunque los demás intentaron persuadir a la Vocalosaurio durante días, ella seguía negándose a compartir sus vocales. Esto causó tristeza y frustración entre los habitantes del mundo de las letras.

Un día, mientras estaba sola en su cueva pensando sobre su comportamiento egoísta, la Vocalosaurio escuchó un ruido extraño. Al acercarse a investigar, descubrió una gran roca bloqueando el paso hacia el valle de las consonantes. "¡Oh no! ¿Qué haremos ahora?", exclamó asustada.

"Necesitamos formar una palabra juntos para poder moverla", dijo el Dinoconsonante con preocupación. La Vocalosaurio se dio cuenta de que sin las vocales de todos los dinosaurios, sería imposible formar una palabra y mover la roca.

Se sintió culpable por su actitud egoísta y comprendió que necesitaba cambiar. Con humildad, la Vocalosaurio se dirigió al resto de los dinosaurios y les pidió disculpas por su comportamiento. Les prometió que a partir de ese momento compartiría sus vocales con ellos.

Unidos nuevamente como un equipo, todos los dinosaurios comenzaron a formar palabras juntos. La fuerza combinada de sus vocales logró desplazar la roca y abrir el camino hacia el valle de las consonantes.

Desde aquel día, la Vocalosaurio aprendió que compartir es importante y que trabajar en equipo puede llevarnos mucho más lejos. Juntos crearon palabras divertidas y emocionantes, llenando así el mundo de las letras con alegría y armonía.

Y así fue como la historia de la Vocalosaurio se convirtió en un ejemplo para todos los habitantes del mundo mágico de las letras, enseñándoles la importancia del trabajo en equipo y la generosidad al compartir nuestras habilidades únicas para crear algo maravilloso juntos.

FIN.

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