La lección del bosque



Había una vez un gatito llamado Gato, que era muy trabajador. Gato se pasaba el día buscando pequeños trabajos para hacer y así conseguir algo de comida. Aunque siempre se esforzaba, hoy se sentía más hambriento que nunca. Decidió aventurarse en el bosque, un lugar lleno de posibilidades, pero también de peligros.

Mientras caminaba, se encontró con un león majestuoso que estaba descansando bajo un árbol. El león, con su melena dorada brillando al sol, parecía tan poderoso.

"¿Señor león, sería tan amable de darme algo de comida?" - preguntó Gato, con temor pero también con esperanza.

"No, no te voy a dar comida" - respondió el león de manera brusca, y continuó mirando hacia el horizonte.

Gato sintió un nudo en su estómago, y no solo por el hambre. Sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente. Recordó que en su camino había visto un arbusto lleno de bayas, así que pensó en buscar algo por su cuenta.

Mientras caminaba, decidió hablar con otros animales del bosque que se cruzaban en su camino. Primero se encontró con una ardilla.

"Hola, ardillita, ¿tienes algo de comida?" - preguntó Gato.

"No tengo comida, pero puedo mostrarte donde hay un árbol con nueces" - dijo la ardilla animadamente.

Agradecido, Gato siguió a la ardilla. Al llegar al árbol, se encontró con las nueces, pero también vio que las ardillas estaban muy ocupadas recolectando.

"¿Puedo ayudar?" - preguntó Gato, emocionado.

"Claro, mientras más manos tengamos, más rápido podremos recogerlas" - respondió la ardilla.

Con dedicación, Gato se unió a las ardillas y en poco tiempo recogieron muchas nueces. Gato se sintió feliz de ayudar y por su esfuerzo, las ardillas le ofrecieron algunas nueces como agradecimiento.

"¡Esto es sorprendente!" - dijo Gato. "Gracias por dejarme ayudar. Ahora tengo algo para comer."

Con su jardín de nueces bajo el brazo, Gato continuó su camino por el bosque. De repente, se encontró de nuevo con el león.

"¡Hola, señor león!" - exclamó Gato. "Hoy he trabajado duro y encontré algunas nueces para comer. Aunque al principio no sabía cómo iba a salir adelante, ahora entiendo que ayudando a otros se reciben recompensas."

El león lo miró con curiosidad. "Interesante. A veces pienso que por ser grandote, no necesito de nadie. Pero veo que tus palabras son muy sabias. Quizás debería aprender algo de ti, pequeño gato."

Gato sonrió, sabiendo que había valido la pena su esfuerzo. "Nunca es tarde para aprender. Y los que trabajan juntos pueden conseguir cosas maravillosas."

El león, sintiendo una brisa de humildad, sonrió. "Tal vez podría convencer a algunos animales en el bosque para que trabajemos juntos también, podríamos hacer una gran comunidad."

Desde aquel día, Gato y el león se volvieron grandes amigos. Juntos organizaron un grupo de animales en el bosque para ayudarse mutuamente. Así, cada uno traía lo que podía, sin importar su tamaño, y aprendieron que la ayuda y el trabajo en equipo son la mejor manera de superar las adversidades.

Y así, Gato nunca más pasó hambre, y el león aprendió que la verdadera grandeza está en ayudar a los demás. El bosque se volvió un lugar de cooperación y amistad, donde todos podían contar con los otros.

Y así, quienes pasan por el bosque recuerdan la lección del gato y el león: En unidad hay fortaleza y en compartir, siempre hay abundancia.

FIN.

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