La lección del bosque encantado


Jaz y Bru eran dos amigos inseparables que les encantaba la pesca. Un día, decidieron ir al rio a pescar truchas. Empacaron sus cañas de pescar, cebo y comida para pasar el día.

Cuando llegaron al rio, todo parecía perfecto. El sol brillaba en el cielo azul y podían ver las truchas nadando en el agua cristalina del rio. Pero luego de un rato, una tormenta se desató sin previo aviso.

- ¡Oh no! ¿Qué hacemos ahora? -preguntó Jaz con preocupación. - No lo sé... parece que va a llover fuerte -respondió Bru mirando hacia el cielo oscuro. De repente, un rayo cayó cerca de ellos y los asustó aún más.

Fue entonces cuando vieron un bosque cercano y corrieron hacia allí para refugiarse de la tormenta. Al entrar en el bosque, se dieron cuenta de que era diferente a cualquier otro lugar que habían visto antes.

Los árboles eran enormes y había flores de todos los colores imaginables por todas partes. Animales extraños pero amigables los rodeaban mientras caminaban por el sendero del bosque.

De repente, apareció Puky, un duende pequeño pero muy amistoso que les ofreció su ayuda para encontrar refugio seguro en medio de la tormenta. - Chicos, yo soy Puky. Soy el protector del bosque encantado y puedo ayudarlos a encontrar refugio si me siguen -dijo Puky sonriendo dulcemente.

Jaz y Bru se sintieron aliviados al conocerlo e inmediatamente aceptaron su ayuda. Puky los llevó a una cueva en el corazón del bosque, donde podían estar seguros y cómodos mientras pasaba la tormenta.

A medida que transcurría el día, Jaz y Bru aprendieron mucho sobre el bosque encantado de Puky. Les contó historias fascinantes sobre los animales raros que habitaban allí y les enseñó cómo cuidar la naturaleza para mantenerla hermosa y saludable.

- Chicos, deben ser amables con todos los seres vivos del bosque y tratar de no dañarlos. Ellos son nuestros amigos y nos ayudan a mantener nuestro hogar seguro -dijo Puky sabiamente. Finalmente, cuando la tormenta terminó, Puky guió a Jaz y Bru fuera del bosque encantado hacia sus hogares.

Los dos amigos se sintieron agradecidos por haber conocido al pequeño duende protector de la naturaleza. Desde entonces, cada vez que iban al rio a pescar truchas, siempre recordaban su aventura en el bosque encantado con Puky.

Aprendieron que debemos cuidar nuestro planeta como si fuera un tesoro precioso para poder seguir disfrutando de él por muchos años más.

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