La lección del celular perdido
Había una vez una pequeña niña llamada Helena, que tenía un gran amor por la tecnología. Desde muy pequeña, siempre estaba fascinada por los teléfonos celulares y las computadoras.
Ella soñaba con tener su propio celular para poder hablar con sus amigos y explorar el mundo a través de internet.
Sin embargo, su familia no tenía los recursos para comprarle un celular nuevo, así que Helena decidió ahorrar todo el dinero que recibía de cumpleaños y regalos navideños para comprarse uno ella misma. Finalmente, después de mucho esfuerzo y dedicación, Helena logró juntar suficiente dinero para comprarse un celular usado. Estaba tan emocionada que no podía esperar a llegar a casa para empezar a usarlo.
Pero en el camino de regreso a casa, algo inesperado sucedió: mientras caminaba por la calle distraída mirando su nuevo tesoro, tropezó con una piedra y cayó al piso.
Para su horror, se dio cuenta de que había perdido su celular en la caída. Helena buscó por todas partes pero no encontró rastro alguno del teléfono. Se sentía muy triste e impotente porque había trabajado duro durante tanto tiempo para conseguirlo y ahora lo había perdido en apenas unos minutos.
"No te preocupes Helena", dijo su abuelo al verla llorando desconsoladamente. "A veces las cosas buenas nos pasan cuando menos las esperamos.
"Helena no entendió lo que quiso decirle su abuelo hasta varios días después cuando recibió una llamada telefónica desde un número desconocido. Era alguien preguntando si ella había perdido un celular recientemente.
Resulta que una mujer había encontrado su celular en la calle y, después de buscar un contacto en la lista telefónica, decidió llamar a Helena para devolverle el teléfono. Helena estaba tan emocionada y agradecida que no podía dejar de dar las gracias a esa mujer desconocida.
A partir de ese momento, ella aprendió una valiosa lección: nunca subestimes el poder del karma y siempre trata a los demás con amabilidad y respeto. Desde ese día en adelante, Helena se convirtió en alguien más consciente del valor de las cosas y del esfuerzo que requiere conseguir algo importante.
Y aunque todavía ama la tecnología, también aprendió que lo más importante son las personas y las relaciones significativas que construimos en nuestras vidas.
FIN.