La lección del eclipse



Había una vez en México, un día soleado como todos los demás. Los pájaros cantaban, las flores florecían y los niños jugaban felices en la plaza del pueblo. Pero de repente, algo extraño comenzó a suceder.

El sol se oscureció lentamente, como si alguien hubiera tapado con una enorme manta el cielo. Los niños miraban hacia arriba con asombro y un poco de miedo. "¿Qué está pasando?", preguntó Carmen, la niña más valiente del grupo.

"No lo sé, pero parece que se está haciendo de noche", respondió Pedro, el más curioso de todos. Los adultos también estaban preocupados. La gente corría de un lado a otro sin saber qué hacer.

Todos estaban desconcertados por lo que estaba ocurriendo. En ese momento, apareció en escena Don Ernesto, el anciano más sabio del pueblo. Con paso lento pero firme se acercó a los niños y les dijo: "No teman, mis pequeños.

Lo que están presenciando es un eclipse solar". Los niños lo miraron con asombro y curiosidad. "¿Un eclipse solar? ¿Qué es eso?", preguntó Juanito, el más travieso de todos.

Don Ernesto sonrió y les explicó: "Un eclipse solar ocurre cuando la Luna se interpone entre la Tierra y el Sol, proyectando su sombra sobre nuestro planeta". Los ojos de los niños brillaron ante tanta información nueva y emocionante.

"¡Es como si la Luna nos diera un abrazo gigante al bloquear la luz del Sol!", exclamó Carmen emocionada. Don Ernesto asintió con orgullo ante la comprensión de los niños. "Exactamente, querida Carmen.

Los eclipses solares son eventos naturales maravillosos que nos recuerdan lo pequeños que somos en este vasto universo". Los niños observaron maravillados cómo poco a poco la oscuridad iba desapareciendo y la luz del Sol volvía a iluminar sus rostros sonrientes.

Desde aquel día, los habitantes del pueblo recordaron siempre aquella lección sobre los eclipses solares y cada vez que veían uno en el cielo recordaban las palabras sabias de Don Ernesto: "Nunca tema a lo desconocido; más bien aprenda de ello para crecer y ser mejores personas".

Y así, entre risas y juegos bajo el cálido sol mexicano, aquel extraño día se convirtió en una hermosa lección sobre el poder de la naturaleza y la importancia de estar siempre dispuestos a aprender algo nuevo cada día.

FIN.

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