La lección del gatito gris



Pelo sombra era un pequeño gatito gris con ojos grandes y brillantes. Vivía en una casa con su dueña, Sofía, quien lo cuidaba y le daba todo el amor que necesitaba.

Un día, mientras jugaba en el jardín trasero de su casa, Pelo sombra vio un pájaro volando por encima del techo. Sin pensarlo dos veces, saltó hacia arriba para intentar atraparlo. Pero cuando llegó al techo, se dio cuenta de que no sabía cómo bajar.

"¡Miau! ¿Cómo voy a bajar ahora?", maulló Pelo sombra preocupado. Sofía escuchó los maullidos del gatito y salió corriendo al jardín para ver qué había pasado. Cuando vio a Pelo sombra en el techo, se preocupó mucho por él.

"Tranquilo Pelo sombra, no te preocupes. Voy a ayudarte", dijo Sofía tratando de calmar al gatito. Sofía intentó subir al techo para rescatar a Pelo sombra pero no pudo hacerlo porque era muy alto y peligroso.

Entonces decidió llamar a su vecino Juan Carlos para pedirle ayuda. Juan Carlos llegó rápidamente con una escalera alta y trató de subir al techo para rescatar a Pelo sombra.

Pero aun así no podían llegar hasta donde estaba el gatito asustado. "No podemos llegar hasta allí arriba", dijo Juan Carlos frustrado por la situación. Fue entonces cuando apareció Martina, la nieta de Juan Carlos que venía caminando desde la calle después de jugar con sus amigos.

Al ver a Pelo sombra en el techo, se acercó corriendo para ayudar. "Yo puedo subir al techo. Soy pequeña y ágil", dijo Martina con confianza.

Juan Carlos y Sofía dudaron un poco por la peligrosidad de la situación, pero finalmente aceptaron que Martina subiera al techo para rescatar a Pelo sombra. Martina subió con cuidado hasta donde estaba el gatito asustado y lo tomó en sus brazos. Con mucho cuidado, bajó del techo sana y salva junto a Pelo sombra.

Sofía, Juan Carlos y Martina aplaudieron emocionados cuando estuvieron los dos pies en el suelo. Pelo sombra estaba muy feliz de estar de vuelta con su dueña nuevamente.

"Muchas gracias por haberme ayudado", dijo Pelo sombra mirando a todos los presentes con cariño. Desde ese día, Pelo sombra aprendió una valiosa lección: siempre debemos pedir ayuda cuando no sabemos cómo hacer algo. Y aunque sea difícil pedirla, siempre habrá alguien dispuesto a brindarnos una mano amiga.

FIN.

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