La lección del juego


Había una vez una niña llamada Salomé que tenía 5 años. Salomé era muy inteligente y siempre estaba dispuesta a jugar con sus amigos.

Sin embargo, había algo que la frustraba mucho: no le gustaba perder en los juegos. Cada vez que perdía, Salomé se ponía muy triste y comenzaba a llorar. Decía cosas como "¡No quiero jugar más!" o "¡No soy buena en esto!".

Sus amigos no entendían por qué se ponía así, pero igualmente trataban de animarla para que siguiera jugando. Un día, mientras Salomé jugaba al escondite con sus amigos en el parque, perdió otra vez.

Esta vez, en lugar de llorar y alejarse del juego, decidió quedarse cerca y observar cómo los demás continuaban jugando sin ella. Salomé se dio cuenta de algo importante: estaba perdiendo la oportunidad de divertirse solo porque no ganaba. Entonces decidió hablar con su amiga Sofía sobre lo que sentía.

"Sofía, me pongo muy triste cuando pierdo en los juegos", confesó Salomé. Sofía miró a su amiga con ternura y le respondió: "Perder forma parte del juego, Salomé. No siempre podemos ganar". Salomé asintió lentamente y pensó en las palabras de Sofía.

Tal vez tenía razón; tal vez no era tan malo perder después de todo. Decidida a superar su miedo a perder, Salomé volvió al juego del escondite y se unió nuevamente a sus amigos.

Esta vez sabiendo que podía disfrutar incluso si no ganaba. A medida que el juego avanzaba, Salomé se esforzó por encontrar mejores lugares para esconderse y prestar más atención a los movimientos de sus amigos.

Aunque no ganó esa vez, se sintió feliz porque había logrado divertirse sin importar el resultado. Después del juego, Salomé se acercó a Sofía y le dijo: "Gracias por ayudarme a entender que perder no es tan malo como pensaba". Sofía sonrió y respondió: "De nada, Salomé.

Lo importante es disfrutar del juego y aprender de nuestras experiencias". A partir de ese día, Salomé aprendió a enfrentar los desafíos con una actitud positiva.

Ya no lloraba cuando perdía en los juegos, sino que se animaba a seguir intentando y aprendiendo de cada experiencia. Con el tiempo, también comenzó a comunicarse mejor con sus amigos. Practicaba hacer frases completas y expresar lo que sentía sin miedo.

Salomé descubrió que la vida está llena de pequeñas derrotas y victorias, pero lo más importante es nunca rendirse y siempre buscar la diversión en cada momento.

Y así fue como Salomé dejó atrás su miedo a perder y se convirtió en una niña valiente e inspiradora para todos sus amigos. Fin

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