La lección del mar



Había una vez en un pequeño pueblo costero, una niña llamada Toñy y su fiel perrita Idunn. Les encantaba pasear juntas por la playa y jugar en la orilla del mar.

Un día soleado de verano, decidieron aventurarse un poco más lejos de lo habitual y se adentraron en el mar. El agua estaba fresca y cristalina, y las olas jugueteaban a su alrededor.

Toñy reía mientras saltaba sobre las olas, seguida de cerca por Idunn, que nadaba ágilmente a su lado. De repente, una ola más grande que las demás las sorprendió y las arrastró mar adentro. -¡Idunn, no te preocupes! ¡Yo te salvaré! -exclamó Toñy valientemente mientras intentaba mantenerse a flote.

Idunn ladraba nerviosa pero confiaba en su amiga. Juntas nadaron con todas sus fuerzas hacia la costa, pero parecía que se alejaban cada vez más de la playa.

Entonces, divisaron a lo lejos un pequeño bote de pesca y remaron con todas sus fuerzas hacia él. -¡Hola! ¡Ayúdenos, por favor! -gritó Toñy agitando los brazos para llamar la atención del pescador que estaba a bordo. El hombre se acercó rápidamente y ayudó a subir a Toñy e Idunn al bote.

Estaban exhaustas pero a salvo. El pescador les dio agua y les explicó cómo regresar a la playa siguiendo las estrellas en el cielo.

Toñy tomó el timón del bote con determinación mientras Idunn se acurrucaba a su lado para darle calor. Remaron juntas siguiendo las indicaciones del pescador hasta que finalmente divisaron la costa iluminada por la luz de la luna.

Al llegar a tierra firme, Toñy abrazó con fuerza a Idunn y le dio las gracias al amable pescador por rescatarlas. Aprendió una importante lección ese día: nunca subestimar el poder del mar y siempre estar preparada para cualquier situación de peligro.

Desde entonces, Toñy y Idunn siguieron disfrutando de sus días en la playa, pero ahora lo hacían con mayor precaución y respeto por el mar. Y cada noche miraban juntas las estrellas recordando su increíble aventura en alta mar.

FIN.

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