La lección del príncipe Felipito
Había una vez un pequeño príncipe llamado Felipito que siempre buscaba aventuras. Un día, mientras paseaba por el bosque, vio un árbol muy alto y decidió escalarlo.
Felipito subió y subió hasta llegar a la cima del árbol, pero cuando intentó bajar se dio cuenta de que no sabía cómo hacerlo. Se asustó mucho y empezó a llorar, gritando por ayuda. Tina y Maia eran dos campesinas que vivían cerca del bosque.
Escucharon los gritos del príncipe y corrieron hacia él para ayudarlo. Al verlo en lo alto del árbol decidieron actuar rápidamente. - ¡No te preocupes! -dijo Tina-. Vamos a buscarte una cuerda para que puedas bajar con seguridad.
Mientras tanto, Maia trepó al árbol para estar cerca de Felipito y asegurarse de que estuviera bien. - ¿Cómo te llamas? -preguntó Maia al príncipe. - Soy el príncipe Felipito -respondió él entre sollozos-. No sé cómo bajar de aquí.
- Tranquilo, Felipito -le dijo Maia-. Estamos aquí para ayudarte. Mientras esperamos la cuerda, cuéntanos más sobre ti. El pequeño príncipe empezó a hablarles sobre su reino y sus aventuras anteriores.
Las dos mujeres lo escuchaban atentamente mientras preparaban todo lo necesario para rescatarlo. Finalmente llegaron con la cuerda e hicieron un arnés improvisado para bajar al príncipe con seguridad. Con mucho cuidado, lo deslizaron hasta el suelo. - ¡Lo logramos! -exclamó Tina con una sonrisa-.
¿Estás bien, Felipito? - Sí, gracias a ustedes -respondió el príncipe con alivio-. Nunca volveré a subirme a un árbol sin saber cómo bajar.
Tina y Maia le explicaron la importancia de tener precaución en todas sus aventuras y Felipito aprendió una valiosa lección. Se despidieron con abrazos y besos en las mejillas. Desde ese día, Felipito se convirtió en un príncipe más sabio y cuidadoso.
Y cada vez que veía un árbol alto se acordaba de las dos campesinas que lo ayudaron a bajar.
FIN.