La lección del sabio anciano



Había una vez una niña llamada Sofía y un niño llamado Tomás. Sofía amaba el ballet y pasaba horas practicando sus movimientos elegantes, mientras que Tomás prefería pasar su tiempo jugando al fútbol con sus amigos.

A pesar de que se querían mucho, estos hermanos peleaban por absolutamente todo. Desde quién tenía el control remoto hasta qué juego jugar en la tablet. Sus padres intentaban calmar las discusiones pero parecía que nada funcionaba.

Un día, mientras caminaban juntos hacia casa después de la escuela, se encontraron con un anciano muy sabio sentado en un banco del parque. "Buenas tardes niños ¿En qué puedo ayudarlos?", preguntó el anciano sonriendo.

Sofía y Tomás se miraron entre sí antes de responder tímidamente:"Estamos teniendo algunos problemas para llevarnos bien", respondió Sofía. El anciano asintió comprensivamente y les pidió que se sentaran a su lado.

Les contó una historia sobre dos amigos inseparables que siempre jugaban juntos en el bosque cerca de donde vivían. Un día, los dos amigos tuvieron una gran pelea porque no podían ponerse de acuerdo sobre si debían jugar a atrapar o esconderse.

La pelea fue tan intensa que terminaron dejando de ser amigos y nunca volvieron a hablar uno al otro. Los ojos de Sofía y Tomás se abrieron como platos mientras escuchaban atentamente la historia del anciano sabio.

Finalmente, él concluyó:"La verdad es que no hay nada malo en tener opiniones diferentes o disfrutar cosas distintas. Lo importante es aprender a respetar las diferencias de los demás y encontrar maneras de disfrutar juntos". Sofía y Tomás se miraron el uno al otro con una nueva comprensión.

Se dieron cuenta de que no tenía sentido pelear por cosas triviales, cuando podrían estar disfrutando su tiempo juntos. Desde ese día en adelante, Sofía asistió a los partidos de fútbol de Tomás mientras él la veía bailar ballet.

Descubrieron que podían aprender del otro e incluso ayudarse mutuamente a mejorar en sus respectivas disciplinas. Los padres de Sofía y Tomás estaban encantados al ver cómo sus hijos comenzaron a llevarse mejor.

Agradecieron al anciano sabio por su consejo y lo invitaron a cenar para mostrarle su gratitud. Así fue como Sofía y Tomás aprendieron una valiosa lección: que no sirve de nada pelearse por cosas sin importancia cuando pueden disfrutar juntos las cosas que les gustan.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!