La lección dulce de la señorita Wanda


En una hermosa mañana de primavera, la docente Wanda llegó a su clase de tercer grado con una gran sonrisa en el rostro. Los niños la miraban con curiosidad, preguntándose qué aventura educativa les esperaba ese día.

"¡Buenos días, chicos y chicas! Hoy vamos a aprender algo muy especial: ¡vamos a cocinar juntos!", anunció entusiasmada la docente Wanda. Los ojos de los niños se iluminaron ante la idea de cocinar en clase.

Todos se sentían emocionados por lo que estaba por venir. Wanda explicó que iban a seguir una receta para preparar galletitas caseras y que cada uno tendría un papel importante en el proceso.

Les repartió delantales y gorros de chef para que se sintieran como verdaderos cocineros. "Primero, necesitamos todos los ingredientes. ¿Quién quiere ayudarme a leer la lista?", preguntó Wanda. Los niños levantaron la mano emocionados, ansiosos por participar.

Juntos fueron reuniendo la harina, azúcar, manteca y huevos necesarios para la receta. Luego vino la parte más divertida: mezclar todos los ingredientes en un bowl gigante. Los niños revolvían con entusiasmo, algunos riendo al sentir la harina volar por el aire.

"¡Esto parece nieve mágica!", exclamó Martín mientras seguía mezclando con energía. Una vez lista la masa, cada niño tomó un pedazo y le dio forma de galletita antes de colocarlas en una bandeja para llevar al horno.

Mientras esperaban que se cocinen, jugaron a juegos tradicionales argentinos como —"mancha"  y —"rayuela" . Finalmente, las galletitas estuvieron listas y el delicioso aroma invadió el salón. Los niños no podían esperar para probar sus creaciones culinarias. "¡Están riquísimas!", exclamó Valentina con migas de galletita en las mejillas.

La docente Wanda sonreía al ver la alegría en los rostros de sus alumnos. Habían aprendido sobre medidas, trabajo en equipo y paciencia a través de una simple receta de cocina. "Hoy demostraron ser unos chefs increíbles.

¡Estoy muy orgullosa de ustedes!", expresó Wanda mientras entregaba diplomas simbólicos a cada niño por su excelente desempeño culinario.

Así terminaba otra divertida jornada educativa junto a la talentosa docente Wanda, donde aprender nunca había sido tan dulce y delicioso como un puñado de galletitas recién horneadas.

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