La lechuza que soñó con aventuras
Era una tranquila noche y la luna brillaba en el cielo. La lechuza, llamada Lía, se acomodaba en su nido en lo alto de un gran árbol. Con el suave susurro del viento, intentaba cerrar los ojos para dormir, pero algo inusual estaba sucediendo esa noche en el bosque.
Lía suspiró y murmuró para sí misma:
- ¡Ay, qué cansada estoy! Solo quiero dormir un rato.
Pero justo cuando Lía estaba a punto de quedarse dormida, escuchó un ruido extraño.
- ¿Qué fue eso? - se preguntó, abriendo los ojos como platos.
Era un sonido agudo y chirriante que venía de la parte baja del árbol.
Decidida a descubrir qué ocurría, Lía se asomó y vio a un pequeño ratón, que parecía estar en problemas.
- ¡Hola! - gritó el ratón, que se llamaba Rocco. - Estoy atrapado, necesito ayuda. ¡Intenté subir y me caí!
Lía, aún con sueño, se sintió preocupada al ver al pequeño Rocco.
- ¡Pero yo estoy intentando dormir! ¿No puedes esperar hasta mañana para pedir ayuda? - respondió Lía, un poco irritada.
Rocco, asustado, miró hacia arriba, y dijo:
- Pero si no me ayudas ahora, será muy peligroso. ¡Además, no creo que pueda esperar hasta mañana!
La lechuza pensó por un momento y, a pesar de su cansancio, decidió ayudar al pequeño ratón.
- Está bien, Rocco. No puedo dejarte solo aquí.
Con un suave aleteo, Lía voló hacia él y, con sus garras, logró levantar al ratón del complicado lugar en el que estaba atrapado.
- ¡Gracias, gracias, Lía! - exclamó Rocco, aliviado. - No sé qué habría hecho sin tu ayuda.
Lía sonrió, sintiéndose contenta por haber ayudado, pero algo en su interior seguía sintiéndose cansada.
- Ahora que ya estás fuera de peligro, espero que puedas encontrar un lugar seguro para pasar la noche. - dijo Lía.
Rocco, al ver cómo se había preocupado por él, tuvo una idea brillante.
- ¿Y si te cuento un cuento mientras vuelves a tu nido? - sugirió el ratón.
- ¿Un cuento? - preguntó Lía, sorprendida.
- Sí, uno sobre aventuras en el bosquillo. Es un lugar lleno de magia y sorpresas. Ayudé a muchos de mis amigos allí.
Lía sintió curiosidad. - Bueno, nunca está de más escuchar una buena historia.
- ¡Genial! - dijo Rocco entusiasmado. - Una vez, conocí a un sapo que soñaba con ser un gran cantante, pero no sabía cómo. Así que lo ayudé a encontrar su voz.
Y así, mientras Rocco contaba historias de sus amigos del bosque, Lía se olvidó por completo de su sueño y, poco a poco, comenzó a sentirse más despierta.
- ¿Y luego qué pasó? - preguntó Lía, intrigada.
- ¡Siguió practicando y se convirtió en toda una estrella! - contestó Rocco, sonriendo de oreja a oreja.
Lía rió en voz alta. - Eso es increíble, Rocco. Tal vez yo también puedo soñar con aventuras.
Desde esa noche, Lía comprendió que aún en los momentos en que parecía que lo único que deseaba era dormir, la magia de ayudar a otros y compartir historias era más valiosa que cualquier sueño. Por ello, cada vez que la luna brillaba, hacía un alto en su sueño para escuchar las aventuras del bosque y contarlas a otros.
De esta forma, Lía y Rocco se hicieron grandes amigos, y juntos, descubrieron que a veces lo que más se necesita no es descansar, sino compartir y ayudar a los demás. - ¡La vida es una aventura, y quiero vivirla plena! - exclamó Lía una noche, llenando al bosque de alegría.
FIN.