La lectura en voz alta de Valentina



En una escuela de un pequeño pueblo argentino, había una niña llamada Valentina. Valentina era muy especial: le encantaba leer en voz alta. Cada vez que la maestra, la señora López, daba un paseo por la biblioteca, Valentina estaba siempre lista con un libro en la mano y una sonrisa en el rostro.

"¡Chicos! ¡Hoy voy a leer algo increíble!" - anunciaba Valentina emocionada a sus compañeros.

Un día, mientras todos estaban en el recreo, Valentina tuvo una idea brillante.

"¿Y si hacemos un club de lectura?" - propuso entusiasta a sus amigos.

"No sé, Valen. Esto de leer no parece tan divertido" - respondió Lucas, su amigo que prefería jugar al fútbol.

"Lo sé, pero puede ser divertido si leemos juntos y hacemos algo especial con las historias" - insistió Valentina, con la mirada brillante de quien sabe que tiene un gran plan.

A los pocos días, Valentina organizó el primer encuentro del club de lectura en su casa. Trajo varios libros y decoró su sala con globos de colores. Sus amigos llegaron con caras de duda. Pero cuando Valentina comenzó a leer una historia sobre un dragón que aprendía a volar, los ojos de sus compañeros se iluminaron.

"¡Eso es! Me encanta el dragón! ” - exclamó Sofía, quien nunca había prestado mucha atención a la lectura.

"¿Y después qué? ¿El drágon puede volar?" - preguntó Martina, intrigada.

Valentina continuó leyendo y, para su sorpresa, los niños comenzaron a participar, imaginando sus propias historias.

"¡Yo quiero ser un caballero que ayuda al dragón!" - dijo Lucas con más entusiasmo que antes.

"¡Y yo seré la reina que rescata al dragón! ” - agregó Sofía, emocionada.

Así empezó su aventura en el club de lectura, donde todos se animaron a hacer sus propias historias y darles vida a los personajes. Pero lo que Valentina no se esperaba era que una tarde, uno de los chicos nuevos, llamado Agustín, se queda en silencio y la mira con tristeza.

"No puedo leer tan bien como ustedes. No quiero que se rían de mí" - confesó.

"No te preocupes, Agustín, aquí todos somos amigos. Lo único que importa es que te diviertas" - le dijo Valentina con una sonrisa.

Así que decidieron leer en grupo, cada uno turnándose por su parte. Al principio, Agustín balbuceaba y se ponía nervioso, pero poco a poco, con el apoyo de sus amigos, encontró la confianza que necesitaba.

Una semana después, Valentina sugirió realizar una función especial para mostrar sus cuentos a los padres y otros estudiantes. La idea les emocionó a todos, pero Agustín se preocupó de nuevo.

"¿Y si me equivoco?" - preguntó con temor.

"Pero si lo haces, aquí estaremos todos para apoyarte. Y yo estaré justo a tu lado" - respondió Valentina con seguridad.

El día del espectáculo, la sala se llenó de familia y amigos. Cada uno de los niños leyó su historia, y cuando llegó el turno de Agustín, su corazón latía rápido.

"No te preocupes, respira hondo" - le susurró Valentina mientras se sentaba al lado de él.

Agustín comenzó a leer, y aunque al principio su voz temblaba, pronto recordar los consejos que sus amigos le había dado. Con cada palabra, sentía el apoyo de todos y, al final, recibió un fuerte aplauso.

"¡Lo hiciste genial!" - exclamó Valentina emocionada.

Después de la función, Valentina y sus amigos decidieron seguir con el club de lectura. No solo se trataba de leer, también se trataba de ser un buen amigo, de ayudar y de permitir que otros brillen.

"Gracias por ayudarme a confiar en mí mismo" - dijo Agustín a Valentina.

"Siempre estaré aquí para ayudar a todos a brillar" - respondió con una sonrisa, sintiéndose más feliz que nunca.

Así, el club de lectura no solo se convirtió en un espacio para contar historias, sino también en un lugar donde la amistad, la confianza y el amor por las palabras crecieron. Con ese grupo, Valentina aprendió que leer en voz alta era más que solo palabras. Se trataba de compartir, comprender y crear la magia de la lectura en el corazón de cada uno.

Y así, Valentina siguió siendo la enamorada de la lectura en voz alta, convirtiendo a sus amigos en los escritores y lectores del futuro.

FIN.

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