La Ley de los Pajaritos



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Arroyo Verde, un grupo de pajaritos que vivían felices en un bello bosque. Cada mañana, el canto de los pajaritos llenaba el aire con melodías dulces y alegres, haciendo que todos los habitantes del pueblo sonrieran y se sintieran contentos. Pero un día, ocurrió algo inesperado.

Un poderoso empresario, don Armando, decidió que quería construir un gran centro comercial en el bosque. Los trabajadores comenzaron a talar árboles y hacer ruido, asustando a los pajaritos.

"¡Paren, por favor!" - gritó Pedro, el canario más valiente de todos. "No pueden destruir nuestro hogar, necesitamos este bosque para vivir!"

Pero don Armando era terco y solo pensaba en el dinero.

A medida que el ruido crecía, los pajaritos se reunieron en una rama de un árbol frondoso.

"Si no hacemos algo pronto, perderemos nuestro hogar para siempre" - decía Clara, la golondrina.

"¡Debemos hablar con los humanos!" - sugirió Tito, el loro.

"Tal vez podamos hacer que cambien de idea" - agregó Lola, la paloma.

Y así, los pajaritos volaron hacia el centro del pueblo, donde se estaba llevando a cabo una reunión entre los vecinos y don Armando. Al ver a los pajaritos en la plaza, la gente se detuvo y los miró intrigados.

"¡Atención, por favor!" - gritó Pedro. "Venimos a hablar de la Ley de los Pajaritos. Necesitamos la ayuda de todos ustedes para proteger nuestro hogar."

Los humanos se miraron entre sí, sorprendidos de que los pajaritos pudieran hablar. Fue entonces que la anciana Doña Rosa, una sabia mujer del pueblo, dio un paso adelante.

"Escuchemos lo que tienen para decir" - propuso.

Pedro explicó con todo su corazón cómo el bosque no solo era su hogar, sino que también era vital para la vida de todos en Arroyo Verde. El bosque purificaba el aire, daba sombra y servía de refugio para muchos otros animales.

"Si se llevan nuestros árboles, se llevarán la felicidad del pueblo" - concluyó el canario.

Los habitantes del pueblo comenzaron a murmurar entre ellos, comprendiendo la importancia de lo que estaba en juego. Sin embargo, don Armando no estaba dispuesto a ceder.

"¡Eso son solo pajaritos! Sus cantos no llenan los bolsillos de nadie" - dijo con desdén.

Pero justo en ese momento, un niño pequeño llamado Mateo, que había estado escuchando atentamente, levantó la mano.

"¡Yo quiero ayudarlos!" - exclamó. "Mis abuelos me contaron que los pajaritos traen buena suerte y que sin ellos, el ambiente se enferma. Yo también quiero que mi pueblo sea un lugar hermoso!"

Mateo comenzó a juntar firmas entre los niños y adultos del pueblo, proponiendo una nueva ley: la Ley para Defender a los Pajaritos del Planeta. Todos estaban emocionados y apoyaron la idea. Las criaturas del bosque se unieron, creando una colorida y sonora convención en la plaza para hacer sentir su presencia.

"¡Vamos a juntar nuestra fuerza!" - cantaron juntos los pajaritos, haciendo eco con el sonido de sus alas.

Al ver la unidad y la pasión que los ciudadanos estaban mostrando, incluso algunos de los trabajadores de don Armando comenzaron a dudar de su decisión.

Finalmente, doña Rosa formuló una propuesta al empresario.

"Si construyes el centro comercial en otro lugar, nosotros te ayudaremos a que el bosque se vuelva un atractivo turístico con paseos y muestras de aves".

Don Armando, viendo la determinación de aquellos que defendían a los pajaritos, se rascó la cabeza y, tras un par de días de reflexión, finalmente tomó una decisión.

"Bien, haremos un acuerdo. Construiremos el centro comercial alejado de este bosque. Pero a cambio, me ayudarán a cuidar y preservar este lugar como un parque que pueda ser disfrutado por todos, humanos y pajaritos."

La noticia corrió como la pólvora, y desde ese día, el pueblo y los pajaritos vivieron en armonía. La ley fue aprobada y se organizaron numerosos eventos para cuidar el bosque, donde hombres y aves compartían sus días llenos de música y alegría.

Y así, los pajaritos no solo salvaron su hogar, sino que también enseñaron a todos en Arroyo Verde la importancia de proteger la naturaleza, un canto a la vida y la unidad.

Los pajaritos, contentos y seguros, siguieron llenando el aire con sus hermosas melodías, recordando a todos que cuando se lucha juntos, se pueden lograr grandes cosas.

FIN.

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