La Ley de los Pajaritos



Era un lindo día en el barrio de Sebastián, un niño curioso y amante de la naturaleza. Un día, mientras jugaba en el parque, notó que los pájaros volaban desorientados. Las ramas de los árboles estaban llenas de hojas secas, y muchos de sus amigos emplumados parecían tristes.

"¿Por qué están tan tristes los pajaritos?" - se preguntó Sebastián en voz alta.

Entonces, escuchó un suave aleteo. Era Paco, el colibrí, que se posó en su hombro.

"Hola, Sebastián. Los pájaritos estamos preocupados. La gente no entiende lo importantes que somos. Sin nosotros, los jardines no florecerían y los insectos se descontrolarían" - explicó Paco, moviendo sus alas con entusiasmo.

"¡Eso es cierto! Tenemos que hacer algo para que todos lo comprendan" - dijo Sebastián, con los ojos brillantes de emoción.

No muy lejos, la Viuda Lola, una elegante paloma con plumas grises y ojos sabios, se acercó.

"He escuchado vuestros planes. Yo puedo ayudar. Pero primero, necesitamos crear una ley que proteja a todos los pajaritos del planeta" - sugirió la Viuda Lola, con un tono decidido.

"¡Una ley!", exclamó Sebastián. "Eso suena genial. Pero, ¿cómo hacemos para que la gente la apruebe?"

"Debemos reunir a todos los animales del barrio y hacer una gran asamblea. Cada uno traerá su propia historia sobre cómo los pájaros han beneficiado sus vidas" - respondió Paco.

Sebastián se entusiasmó, y juntos, comenzaron a convocar a todos los animales: el perro Rufus, la gata Clara, y hasta el viejo gato don Miau, que se creía muy sabio. No pasó mucho tiempo antes de que la asamblea estuviera organizada en el parque, bajo la sombra del enorme algarrobo.

Ese domingo soleado, muchos animales llegaron, ansiosos por participar.

"¡Bienvenidos, amigos!" - gritó Sebastián, moviendo los brazos emocionado. "Hoy estamos aquí porque queremos demostrar lo importantes que son los pájaros para nuestro mundo".

Rufus, el perro, fue el primero en hablar.

"Yo recuerdo una vez cuando el colibrí Paco me ayudó a encontrar mi pelota en el jardín. Sin su gran vista, nunca lo hubiera hallado!"

Las risas resonaron entre los presentes. Luego habló Clara, la gata.

"Los pájaros siempre nos avisan cuando viene el cartero. ¡Gracias a ellos nunca hemos perdido un paquete!"

Las historias continuaron, pero justo cuando Sebastián pensaba que todo iba genial, apareció un grupo de chicos, que empezaron a jugar a la pelota sin mirar hacia donde estaban los animales.

"¡Despejen el área!" - gritó uno de los chicos, asustando a los pájaros. Algunos comenzaron a volar en círculos, despavoridos.

Sebastián, decidido a no rendirse, se acercó a ellos.

"¡Chicos! Esperen, necesitamos hablar".

"¿Qué es este circo?", preguntó uno, riéndose.

"Estamos discutiendo sobre la Ley para proteger a los pajaritos. Ellos son importantes para el planeta, y esto es un gran problema".

Los chicos se miraron entre sí, confundidos.

"Pero son solo pájaros, ¿no?" - dijo uno, con desdén.

Paco, que había estado escuchando, voló alto e hizo una acrobacia en el aire.

"¡Hola! Soy Paco, el colibrí. Si no nos cuidan, ¿saben qué pasará? Las flores no tendrán quien las polinice, los jardines se llenarán de plagas y el aire será más sucio. ¿Les gustaría vivir en un lugar así?"

Los chicos comenzaron a pensar.

"No, eso suena terrible" - confesó uno de ellos.

Sebastián sonrió.

"Exacto. Juntos, podemos hacer que la gente escuche nuestras historias y vote por la ley. ¡Más pájaros, más flores!"

Finalmente, los chicos accedieron a unirse al grupo, y con todas esas voces, el eco de la asamblea se escuchó en todo el parque.

Diez días después, Sebastián y sus nuevos amigos comenzaron a armar carteles que decían: "¡Protejan a nuestros pajaritos!" y repartieron volantes por el barrio. Muchos comenzaron a firmar una lista de apoyo a la ley. Todos querían más pájaros en sus vidas.

Cuando llegó el día de la votación en el municipio, Sebastián estaba nervioso pero emocionado. Con una gran presencia de animales y nuevos amigos, el concejo se reunió.

"¡Queremos hablar por los pájaros!" - gritó Sebastián, y todos los presentes aplaudieron, incluso los chicos que antes se reían.

Después de escuchar cada historia, el consejo decidió hacer la Ley de Protección de los Pajaritos, con la promesa de cuidar y proteger a todas las aves del barrio.

Sebastián ganó su primera batalla, pero aprendió que el cambio requiere un trabajo constante. Con su gran corazón y la ayuda de Paco y Lola, sabía que la lucha por los pajaritos recién estaba comenzando.

De vuelta en el parque, los pajaritos comenzaron a cantar una melodía hermosa mientras el sol se ponía. Sebastián sonrió, sabiendo que todos juntos habían hecho algo increíble.

FIN.

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