La ley del bosque


Había una vez en el bosque encantado de San Mateo, un grupo de animales que vivía en armonía, respetando las leyes que los regían. El más pequeño y curioso de todos era Máximo, el conejito.

Un día, Máximo se encontró con una ardilla que le contó sobre un tesoro escondido en el corazón del bosque. Sin embargo, la ley del bosque prohibía a los animales perturbar esa zona.

A pesar de las advertencias de la ardilla, Máximo decidió ir en busca del tesoro, desafiando la ley. En su camino, se encontró con varios obstáculos y peligros, pero se negó a dar marcha atrás.

Finalmente, llegó al lugar donde se suponía que estaba el tesoro, pero en su lugar encontró un precioso árbol de cristal. Al tocarlo, el árbol emitió una luz brillante que iluminó todo el bosque, revelando que el verdadero tesoro era la belleza natural del lugar.

Máximo entendió que las leyes estaban para proteger y conservar esa maravilla, y regresó al grupo para contar su experiencia. A partir de ese día, todos los animales del bosque acataron las leyes con más respeto que nunca, sintiéndose orgullosos de preservar su hogar.

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