La leyenda de la Dama de Azul


En el tranquilo barrio del Prado, vivía un anciano llamado Don Manuel. Todos los vecinos lo conocían como el mejor contador de historias del lugar.

Un día, un grupo de jóvenes se acercó a él mientras descansaba en un banco del parque y le pidieron que les contara una leyenda. - ¡Don Manuel, por favor cuéntenos una historia! -dijo emocionada Sofía, la más curiosa del grupo.

El anciano sonrió con ternura y comenzó a relatarles la leyenda de La Dama de Azul: Hace muchos años, en este mismo barrio, vivía una joven llamada Camila. Era conocida por su bondad y su amor por ayudar a los demás.

Siempre vestía un hermoso vestido azul que resaltaba sus ojos brillantes como el cielo despejado. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al pueblo, escuchó llantos desgarradores provenientes de una cueva escondida entre los árboles.

Sin dudarlo, se adentró en la oscuridad y encontró a un pequeño zorro atrapado entre las rocas. Sin pensarlo dos veces, Camila liberó al animalito y lo cuidó hasta que estuvo completamente recuperado.

Desde ese día, el zorro se convirtió en su fiel compañero y juntos recorrían el bosque ayudando a quienes lo necesitaban. Pero la fama de la joven llegó a oídos de un malvado hechicero que deseaba apoderarse de su bondad para sus propios fines oscuros.

Una noche oscura como boca de lobo, el hechicero lanzó un maleficio sobre Camila transformándola en La Dama de Azul: un espíritu benevolente con poderes mágicos capaz de proteger al pueblo del mal.

Desde entonces, se dice que cuando alguien está en peligro o necesita ayuda desinteresada, La Dama de Azul aparece para guiarlo por el camino correcto y darle fuerzas para superar cualquier adversidad. Los jóvenes escuchaban atentamente cada palabra del anciano maravillados por la historia tan cautivadora que les estaba contando.

- ¡Qué increíble historia! ¿La Dama de Azul sigue protegiendo nuestro barrio? -preguntó Juan con asombro en sus ojos.

Don Manuel sonrió sabiamente y respondió:- Cuentan los más ancianos del lugar que aquellos que llevan en su corazón la misma bondad y valentía que tenía Camila pueden sentir la presencia protectora de La Dama de Azul cuando más lo necesitan. Recuerden siempre ser buenos con los demás y estarán bajo su cuidado.

Los jóvenes asintieron emocionados ante las palabras del anciano y prometieron llevar consigo la enseñanza de esta hermosa leyenda para toda su vida.

Desde ese día, cada vez que veían destellos azules en el cielo estrellado recordaban con cariño la historia milenaria de La Dama de Azul y renovaban su compromiso con hacer el bien donde quiera que fueran.

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