La Leyenda de la Flor del Irupe
En un pequeño pueblo escondido entre los montes de la selva, había un lago que brillaba como un espejo. Las aguas eran del color del cielo en un día despejado, y sus orillas estaban adornadas con plantas y flores de colores vibrantes. Sin embargo, lo que más llamaba la atención era una misteriosa flor, la flor del irupe, que solo florecía una vez al año y se decía que tenía poderes mágicos.
Un día, tres amigos, Manu, Lila y Tomi, decidieron aventurarse hasta el lago para ver la flor del irupe. Estaban muy emocionados porque aquella mañana era el día en que debería florecer.
"¡No puedo esperar más!" - dijo Manu, saltando de alegría.
"Yo creo que esta vez sí la veremos. El año pasado solo nos quedamos mirando a las ranas" - dijo Lila, que siempre había tenido ganas de ver la famosa flor.
"Cuentan que si la tocas, te concede un deseo" - añadió Tomi, con una mirada de asombro.
Mientras caminaban por el sendero que los llevaba al lago, se encontraron con un anciano que recogía flores.
"¿Hacia dónde van, pequeños?" - preguntó el anciano.
"¡Vamos a ver la flor del irupe!" - gritaron todos al unísono.
"La flor es hermosa, pero hay que tener cuidado. Solo florece en condiciones especiales y es muy temperamental" - avisó el anciano con una sonrisa.
"¿Qué quieres decir con eso?" - inquirió Manu, curioso.
"El irupe florece en armonía y paz. Si están discutiendo o no se llevan bien, nunca la verán".
Los amigos se miraron y decidieron que harían lo posible por mantener la armonía en su camino. Al llegar al lago, efectivamente estaban solas, y vieron que la flor del irupe aún no había brotado. Los tres se sentaron en la orilla y empezaron a hablar de sus sueños, de lo que deseaban ser de grandes y de lo mucho que se querían entre ellos.
"Yo quiero ser inventor y crear cosas maravillosas" - dijo Manu con emoción.
"Yo quiero ser artista y pintar el mundo" - confesó Lila, soñando despierta.
"Y yo quiero contar historias que hagan reír y soñar a la gente" - dijo Tomi, mirando hacia el lago.
Mientras hablaban, el cielo empezó a tornarse de un color dorado. Los amigos sintieron una brisa suave y fresca, y de repente, vieron que la flores del irupe empezaban a abrirse lentamente.
"¡Miren! ¡Esta brotando!" - gritó Tommy con alegría.
"Es hermosísima" - dijo Lila, deslumbrada.
"Tenemos que acercarnos, nuestro deseo está por cumplirse" - añadió Manu.
Cuando se acercaron, se dieron cuenta de que la flor brillaba como nunca. Sus pétalos eran de un color púrpura intenso que reflejaba la luz del sol.
"¡Vamos a tocarla!" - propuso Tomi, estirando su mano.
"¡Espera! Recuerda lo que dijo el anciano, debemos pedir nuestro deseo con el corazón" - precisó Lila.
Así que, de uno en uno, cada uno cerró los ojos y hizo su deseo en silencio. Luego, juntos, tocaron la flor del irupe. Todos sintieron una energía cálida recorrer su cuerpo y, al abrir los ojos, se dieron cuenta de que no solo habían visto la flor maravillosa, sino que también habían aprendido algo muy importante.
"Esta flor no solo nos dio un deseo, sino que nos enseñó a valorarnos y a soñar en conjunto" - dijo Manu con una mirada iluminada.
"Sí, tenemos que ayudarnos y trabajar juntos para que nuestros sueños se hagan realidad" - agregó Lila.
"Y así, siempre llenos de armonía y amistad, podremos volver el año que viene y ver la flor de nuevo" - concluyó Tomi.
Y así fue como el lago del irupe, la hermosa flor y la amistad de los tres se convirtieron en parte de una leyenda que se contaría en el pueblo por generaciones. Los amigos aprendieron que la verdadera magia no solo estaba en los deseos, sino en el cariño y la confianza que se tenían entre ellos. Decidieron que, cada año, volverían al lago no solo para ver la flor, sino también para compartir sus sueños y fortalecer su amistad.
Desde entonces, cada vez que los habitantes del pueblo ven florecer el irupe, recuerdan a los tres amigos que aprendieron que la unión y la armonía son el verdadero camino hacia la realización de sus sueños.
FIN.