La Leyenda de la Madre Monte



Había una vez en un pueblo rodeado de bosques profundos y oscuros, una leyenda que todos los niños escuchaban con asombro: la historia de la Madre Monte. Se decía que era una presencia misteriosa, una protectora de los bosques, que se manifestaba de diferentes maneras para aquellos que tenían el valor de adentrarse en sus dominios.

Algunos contaban que la Madre Monte era un ser femenino, cubierto de ramas retorcidas y con ojos que brillaban con furia. Otros afirmaban que se presentaba como una mujer joven, alta y elegante, con una aura de sabiduría y bondad. Pero, en todas las historias, una verdad era constante: la Madre Monte merecía respeto y cuidado.

Un día, un niño llamado Mateo decidió aventurarse en el bosque por su cuenta. A pesar de las advertencias de los adultos, se adentró en la espesura con valentía, embelesado por la curiosidad. Mientras caminaba, una densa niebla comenzó a rodearlo, y el sonido de sus pisadas se desvaneció. De repente, una voz suave y melodiosa lo llamó por su nombre.

"- ¿Quién está ahí?", preguntó Mateo con temor.

De entre los árboles emergió una figura alta y elegante, con ojos cálidos y una sonrisa amable. Era la Madre Monte, en su forma más benevolente.

"- No temas, pequeño explorador. Me alegra ver a alguien tan joven mostrando respeto por mis dominios", dijo la Madre Monte con dulzura.

Intrigado, Mateo conversó con ella, aprendiendo sobre la importancia de la naturaleza y la responsabilidad de cuidar el bosque. La Madre Monte le enseñó a identificar diferentes plantas y animales, a respetar el equilibrio natural y a apreciar la belleza de su hogar.

Impresionado por las lecciones y la amabilidad de la Madre Monte, Mateo regresó al pueblo con una nueva comprensión del mundo que lo rodeaba. Empezó a compartir sus conocimientos con otros niños y adultos, inspirándolos a respetar y proteger el bosque.

Con el tiempo, el pueblo se transformó en un lugar donde la Madre Monte era venerada y donde todos se esforzaban por preservar la naturaleza. La leyenda de la Madre Monte se convirtió en un símbolo de respeto por el medio ambiente y en una fuente de inspiración para las generaciones venideras.

Y así, la Madre Monte continuó protegiendo los bosques, asegurándose de que quienes los visitaran recordaran siempre la importancia de vivir en armonía con la naturaleza.

FIN.

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